Casa matriz (Guión Teatral)
Obra en un acto
Personajes
Bárbara: 30 años. Muy atractiva, sensual y complaciente. Sin embargo
de repente entra en zonas sombrías y se torna irascible. Estas
contradicciones personales, permitirán que se adapte en velocidad a las
diversas hijas que deberá componer.
Madre Sustituta: Mujer bella, de edad indeterminada, alrededor de los
40 años. No es imprescindible una marcada diferencia de edad entre
ambas, ya que es una Madre Sustituta de su cliente y no real. Tiene
rasgos finos, delineados y hermosos. Es extremadamente histriónica,
expansiva y obviamente, tiene dotes de actriz consumada. Es una
empleada de Casa Matriz, entrenada profesiónalmente para actuar
todos los roles de madre que contraten sus clientes.
Escenografía
La obra transcurre en uno de los estudios de Casa Matriz Inc. Agency.
Se ha creado una habitación de soltera, estratégicamente decorada para
que los elementos que contiene puedan mutarse rápidamente o
transformarse en otros. Al igual que los personajes, la escenografia
sufrirá fuertes cambios estilísticos, según la escena que se esté viviendo
adentro. Por eso deberá resolverse con elementos sencillos y mutables.
Hay dos puertas, una de ingreso a la supuesta casa de Bárbara y otra
que da al interior. Hay un perchero con ropa colgada preparado para
las distintas madres e hijas que durante la obra representaran ambas.
Puede haber, según lo estime el escenógrafo, un bar con bebidas. Unas
sillas y una mesa. Puede ser interesante que las luces permitan
demarcar dos zonas afectivas de la obra: una que tiene que ver con la
relación cliente-Madre Sustituta, más bien fría, azulina. La otra más
emocional, impregnada de las pasiones que se desataran según las
escenas. La Madre Sustituta traerá además una maleta personal con
Bárbara: Era un momento privado, de gran envergadura. Yo había
logrado un encuentro decisivo con lo que algún día, sin duda, llamaría
mi felicidad (Abre con paciencia la puerta.) y usted lógicamente no
tolera la diferencia enajenada del goce.
(Al abrirse la puerta comienza a sonar música hindú. Vestida con ropa
india la Madre Sustituta ingresa hablando ostentosamente.)
Madre Sustituta: ¡Nunca debí creerle! ¡Él era demasiado fuerte,
demasiado hermoso, demasiado moreno! Hacíamos el amor seis veces al
día. Siempre sobre elefantes blancos, bajo un arcoiris de música sacra!
Le encantaba verme sonreír. Querida hija: ¿Alguna vez tuviste un
orgasmo solar? ¿O tus orgasmos sólo han sido lunares? Yo sé que las
madres no debemos hablar de estas cosas con las hijas. Pero nuestra
relación siempre ha sido tan intensa... Si me suicido me gustaría hacerlo
en casa de mi hija. Y ella lo comprendería como un acto de amor. Yo he
comprendido muy tarde la diferencia entre amor y pasión. India es un
buen lugar para perderse para siempre. Yo lo he amado. Creo que no voy
a poder vivir sin él. ¡Es demasiado!!! ¿Por qué no me consolás hijita?
Sos lo único que tengo. Soy una sombra de mi misma en las arenas de la
nada. Me dejó sin decirme una palabra. Y al día siguiente lo vi pasar en
elefante blanco con otra mujer. Voy a morirme de tristeza. Hacé algo
por tu mamá querida. ¡Ayudame a morir con dignidad!!!!
Bárbara: Te queda fantástico es traje mamá. (La besa fríamente.)
¿Cocó Chanel? ¿Qué tal el viaje? Disculpame que no te fui a buscar al
aeropuerto, pero...
(Madre Sustituta cortando el clima anterior, en su carácter de
empleadade casa Matriz. Algo perdida porque no recuerda los detalles
de la madre que debe interpretar.)
Bárbara: A París. Tenés una casa en París, mamá. Y pasás mucho
tiempo ahí. Estás lo más lejos posible de tus hijos. Hace un año que no
nos vemos. Y tengo que aceptar el hecho de ser una hija no querida.
(Bebe angustiada.) ¡Pensar que me pasé todo el año esperando una
miserable tarjeta postal de mi madre! (Bebe whisky.) ¿Pero no le
informaron de todo esto en Casa Matriz?
Madre Sustituta: ¿París? ¿Y nunca una postal? ¿Pero no acabo de
llegar de la India? ¿Usted es la que necesitaba comenzar con una madre
adicta a pasear en elefante, vestida de blanco y con un amante negro?
Bárbara: (Indignada por la ineficiencia de un servicio tan caro.) Yo
jamás contraté ese servicio. ¡No me hace ningún efecto! (Alterada) Yo
no pienso perder mi tiempo y mi dinero con una madre destruida porque
su amante la dejó. ¡Yo pagué por una madre fría y desconsiderada que
me hiciera sentir una!
Madre Sustituta: ¡Así tratan mis grandes entradas operísticas!! ¡En vez
de aplaudirme me humilla! Yo tendría que triunfar en Broadway. Ese es
mi lugar. ¡Ser una estrella de Broadway!
Bárbara: Yo aprecio su esfuerzo shakespereano señora, ¡pero póngase
en mi lugar! Imagínese que pagó para atravesar la barrera del sonido con
sus emociones y no sucede nada de eso.
Madre Sustituta: (Molesta por su gaffe profesiónal.) Tiene razón. Me
confundí. Le sucede a los mejores actores. Le podría contar grandes
errores de Madona o de Meryl Streep sin ir más lejos.
Bárbara: ¿Se equivocó? ¿Y lo dice así, tan ligeramente? Yo aquí
esperando a una gélida madre de París que me destrozara el corazón y
aparece una mujer de la India con el corazón destrozado ¿a la que tengo
para colmo, tengo que contener?
Madre Sustituta: (Perturbada por su error se pone un par de anteojos
para leer y extrae unos papeles de Casa Matriz. Examina los papeles y
se ríe de sí misma.) Oh, sí ¡aquí está! Llego desahuciada de la India
dispuesta a suicidarme en casa de mi hijo y él me salva. La confundí
con un cliente adicto al sufrimiento que tengo que visitar mañana Aquí
está el error ¿quiere leer? (Le muestra a Bárbara sus papeles.) Le pido
disculpas. Estoy excedida de trabajo. Soy una de las Madres Sustitutas
más requeridas y a veces me confundo...
Bárbara: ¿Pero usted se iba a suicidar en mi presencia?
Madre Sustituta: Aquí dice que usted me iba a salvar.
Bárbara: ¡Pero que comienzo de función, un suicidio en mis narices y
para colmo, un suicidio equivocado!
Madre Sustituta: Paramos todo a tiempo, no hubo grandes daños. Usted
sintió alguna emoción y nosotras trabajamos para producir emociones,
aunque sean equivocadas. Perdone pero quisiera estar segura: ¿usted
eligió el plan Be In o el plan Hello My Little Princess?
Bárbara: (Desbordada va y viene por la habitación.) ¡Oh no! Esto es
inhumano. Hace la entrada de la madre que le tiene que hacer mañana a
otro cliente y ¿después me pregunta qué plan contraté? Yo ahorré un año
para llegar a este momento. Junté dólar por dólar para tenerla aquí
conmigo. Venir a Casa Matriz no es fácil para alguien como yo. Y si he
llegado a esto es por...
Madre Sustituta: (La interrumpe abruptamente.) ¡No se le ocurra
decirme por qué contrató este servicio! No forma parte de mi trabajo
escuchar eso. ¡Imagínese si tuviera que escuchar las confesiones de cada
uno de mis clientes! Vaya a un psicoanalista o a un rabino o a un
sacerdote. Yo estoy aquí para hacer bien mi trabajo. Vamos a
concentrarnos en eso.
Bárbara: ¿Me está dando órdenes?
Madre Sustituta: Quiero estar segura de que usted conoce las reglas de
juego.
Bárbara: Yo soy quién tiene que dar las órdenes. Usted me pertenece y
no lo digo en sentido figurado.
Madre Sustituta: ¿Y en qué sentido lo dice entonces?
Bárbara: Lo digo literalmente. Lo digo sobre bases sólidas.
Madre Sustituta (Se ríe de un modo hiriente.) Me parece que la idea
que usted tiene de la solidez es bastante precaria.
Bárbara: ¿De qué se ríe?
Madre Sustituta: Quiero aclararle para que usted se ubique que yo le
pertenezco a usted tanto como a otros.
Bárbara: Yo he pagado por esa pertenencia. No quiero ser vulgar, pero
digamos que la he adquirido.
Madre Sustituta: No quiero decepcionarla pero digamos que hoy me
han adquirido ocho.
Bárbara: ¡Ocho!
Madre Sustituta: Mire, puede comprobarlo usted misma (Le ofrece la
agenda. Bárbara no quiere mirarla.) Corrobore la fecha de hoy. Son
ocho.
Bárbara: ¿Quiere decir que hoy me visita a mí entre otros siete?
Madre Sustituta: Un día de trabajo normal. Ocho clientes.
Bárbara: (Reacciona.) ¿Y quién le ha pedido ese dato? ¿No le parece
promiscuo decirme qué cantidad de hijos pagan hoy para que usted sea
su madre? ¿Quién le ha pedido ese tipo de detalles?
Madre Sustituta: Nadie me los ha pedido. Simplemente creí que...
Bárbara: (Furiosa con ella) ¿En qué parte de nuestro contrato, en qué
cláusula, en qué versículo está escrito que yo quería saber cuántos
clientes tiene que visitar hoy?
Madre Sustituta: En ninguna parte. No se lo dije por atenerme al
contrato, sino porque usted alardeaba de ser mi cliente exclusiva. ¡Y
para colmo mi dueña! Dijo que yo le pertenecía.
Bárbara: ¡Pues bien, lo reafirmo! Usted durante este lapso de tiempo es
mía! Mía. Le guste o no le guste. Mía. Usted es mí Madre Sustituta.
¿Ha entendido bien?
Madre Sustituta: Si está segura de esa pertenencia, ¿por qué le duelen
tanto los otros siete que tengo que visitar hoy?
Bárbara: No me duelen. Simplemente no me interesan, eso es todo.
Madre Sustituta ¿Está segura de que eso es todo?
Bárbara: Indiferencia total. Para mí no existen.
Madre Sustituta: Bueno... para mí si existen. Y no sólo ellos, sino otro
ocho clientes mañana y otros ocho pasado mañana y así sucesivamente.
Multiplique ocho por treinta: doscientos cuarenta clientes al mes. ¿Usted
se imagina satisfacer las demandas de doscientos cuarenta hijos al mes?
¿Sabe que paciencia tengo que tener? ¿Se imagina por ejemplo la
cantidad de madres diferentes que tengo que interpretar? ¿Se imagina la
cantidad de exigencias y demandas delirantes que tengo que satisfacer?
Bárbar: Mire, por el momento no puedo imaginarme nada, porque ni
siquiera ha satisfecho mis más mínimas demandas. Y para colmo
pretende que me apiade de que usted sea una... una... (Esta a punto de
decir prostituta.) una... una...
Madre Sustituta: ¿Una qué?
Bárbara: Una Madre Sustituta, bueno... tan... tan... tan repartida. (Se le
quiebra la voz.) ¿Quiere saber la verdad? ¡Claro que me importan los
otros. ! Los detesto. Me encantaría ser la única. Comprarle las
doscientos cuarenta horas del mes. Si tuviera dinero ahora mismo la
contrataba por un mes seguido.
Madre Sustituta: Esta voracidad no es sólo suya. Tengo comprometido
todo el resto del año. Hay una viciosa como usted que va a llevarme de
vacaciones con ella, para que le actúe miles de madres sustitutas en el
Caribe. Hay una famosa actriz de cine que gasta todo lo que gana para
lograr que yo le asegure que es mi hija favorita. Hay un senador que
paga el triple todos los jueves por mi dedicación exclusiva. Hay una
mujer obesa que me paga solamente para que le cocine sus ravioles
predilectos y... (Interrumpe el recuento.) ¿Pero por qué le estoy
contando todo esto? ¿A usted qué le importa? Usted eligió mi foto entre
otras miles. Hoy no estoy teniendo un buen día, evidentemente. Por que
le estoy hablando de mí, cuando usted contrató una Madre Sustituta?
Ninguno de mis clientes quieren saber nada acerca de mi persona.
Bárbara: ¡No me compare con todos esos pervertidos! Soy diferente.
Madre Sustituta: ¿Diferente en qué? ¿Usted como todos no me querría
los trescientos sesenta y cinco días del año, si tuviera con qué pagarme?
¿O entendí mal?
Bárbara: Me entendió muy bien señora. Debo admitir que logró
despertar en mí intensos sentimientos de celos y exclusión. Usted es una
mujer fascinante. Elegí muy bien. Usted es encantadora aunque haya
que tolerar que se equivoque y que hable de otros.
Madre Sustituta: ¡Ultimamente he despertado grandes pasiones en mis
clientes! ¿Quiere que le describa alguna? Hay un músico de jazz, muy
joven, gay, maravilloso, que mientras bailamos me...
Bárbara: ¡No! No me describa ninguna pasión. No me hable de los
otros clientes. ¡No quiero saber ni siquiera sus nombres! ¡Imagínese si
llego a conocer a alguno!
Madre Sustituta: Por supuesto que conoce a alguno. El viernes tengo
que visitar a un amigo suyo llamado Manuel. Creo que él es su exmarido,
¿verdad?
(Bárbara se abalanza sobre ella y le tapa la boca. Forcejean. Caen al
piso. Bárbara se coloca sobre la madre sustituta y le aprieta
violentamente el cuello.)
Madre Sustituta: ¡Suélteme! Me va a ahorcar. Mire que si me lesiona
va a tener que pagar mucho dinero por mí a Casa Matriz.
(Esta frase asusta a Bárbara. La Madre Sustituta se defiende y domina
la situación. Esta entrenada para la autodefensa. Es evidente que
maneja artes marciales. Hace volar a Bárbara por el aire y en una
sorprendente toma de yudo la inhabilita para defenderse. Bárbara
queda inmovilizada por esta toma.)
Madre Sustituta: (Controlando físicamente la situación) ¿Pasó la crisis
querida?
Bárbara: ¡Parece bien entrenada!
Madre Sustituta: Es parte de nuestra formación. Recibimos
entrenamiento en defensa personal, además de formarnos para actuar,
bailar y cantar. Tenemos que estar dispuestas a todo. No podemos
descuidar ningún detalle.
(Bárbara trata de ingresar en una zona de calma y autocontrol.)
Bárbara No vuelva a mencionarme a mi ex-marido.
Madre Sustituta: De acuerdo. ¿Pero usted no había solicitado sentir
celos? ¡La combinación entre una entrada equivocada y la mención de
otros clientes da siempre excelentes resultados para desatar celos! ¿No
logré realmente sacarla de sí?
Bárbara: ¿Usted intenta hacerme creer que su error fue intencional?
Madre Sustituta: ¡No me diga que usted piensa que realmente me
equivoqué! Bueno... bien... si le gusta así... me equivoqué...
Bárbara: ¿Y la mención a los otros clientes?
Madre Sustituta: Usted me acaba de hacer jurar que no volvería a
hablar de ellos...
Bárbara: Bueno. Me arrepiento de ese pedido. Ahora dígame si
realmente mi ex marido la contrató o si fue una estrategia suya para
hacerme enloquecer de celos.
Madre Sustituta: Imagine lo que quiera. La imaginación es un buen
ejercicio cuando se ha perdido el sentido de la realidad. (Bárbara le da
una bofetada. Madre Sustituta le devuelve otra.) ¡Usted adelantó el
momento de la bofetada! Esto venía después.
Bárbara: Y usted me hizo la entrada pagada por otro. ¿Qué le va a hacer
al otro mañana? ¿La entrada que pagué yo?
Madre Sustituta: ¡Oh no! Le voy a repetir la misma entrada. Ese tipo
de personajes me atraen enormemente. ¡Madre con amantes negros que
llega de la India... me piden tan pocas veces! En cambio la entrada que
usted contrató es un cliché.
Bárbara: Yo alquilé una madre gélida para la entrada, que me hiciera
esperar mucho. Pedí tener tiempo para que se agudicen en mí los
sentimientos fantasmagóricos del desasosiego. No me dejó tiempo para
dudar. ¡Yo necesitaba dudar! ¡Pagué por la incertidumbre de saber si mi
madre vendría o no vendría! Pero usted redujo todo. (Pausa fugaz)
¿Tiene más trabajo después?
Madre Sustituta: No se preocupe por mí. Estoy llena de trabajo.
(Preocupada) ¿Pero usted no llegó a temblar por mí?
Bárbara: Un poco. Si hubiera demorado cinco minutos más y no se
hubiera equivocado de cliente su entrada hubiera sido exitosa.
Madre Sustituta: ¿Exitosa? ¡Mi entrada fue inolvidable! ¡Fue un alarde
de virtuosismo técnico! ¡La combinación entre esa madre y esa hija fue
un verdadero volcán en erupción! Pero usted tiene derecho al reclamo.
¿Quiere que le haga la entrada por la cual pagó?
Bárbara: ¡Por supuesto que quiero la entrada que pagué! Exijo lo
contratado en vuestras oficinas centrales.
Madre Sustituta: Bien. Pero le ruego que previamente aclaremos qué
quiere. (Toma un block y se dispone a tomar nota puntual de lo que
Bárbara le dicta.)
Bárbara: (Buscando exactamente las palabras) Quiero una madre
hierática, que me haga estremecer de desasosiego. Una madre helada
como el hielo.
Madre Sustituta (Anotando) ¡Las cosas que nos piden que hagamos!
Bárbara Distante, imprevisible, fantasmática, mala. Demoníaca.
Madre Sustituta: ¡Un carácter delicioso!
Bárbara: Yo pagué por esperar. Yo pagué por padecer. ¡Hace tanto
tiempo que deseaba esperar a mi madre! Yo pagué por una madre que
me hiciera sufrir por sus continuas inasistencias a nuestras citas.
Madre Sustituta: (Relee y memoriza.) Muy bien. Serán satisfechas
todas sus demandas. Hagamos de cuenta que todavía no he llegado.
Adiós Bárbara.
Bárbara: Adiós señora.
(Madre Sustituta sale. Las luces descienden. El espacio queda en
penumbras. En esas tinieblas Bárbara intenta recuperar la atmósfera
del comienzo. Vuelve a poner El Magnificat de Bach, toma la batuta.
Intenta dirigir la supuesta orquesta. Se da cuenta de que puede volver al
comienzo como si nada hubiera sucedido. Interrumpe la música.)
Bárbara: Hemos cometido un error al querer empezar de cero. Yo ya la
conozco. Ya me he decepcionado. Este simulacro de entrada no sirve.
Vuelva de una vez y sigamos con la madre siguiente. (Camina ansiosa
por el set.) ¿Se habrá hartado de mí? Esto es inaceptable. Ella no puede
hacerme esperar así. Estamos perdiendo un tiempo precioso. (Abre la
puerta de entrada esperando encontrarla allí. No está.) Estamos
perdiendo un tiempo precioso. Admito que no la traté bien. Fue todo
culpa mía. Ella tiene sus límites y yo fui muy dura con ella. La humillé
y ahora se fue. Ella es realmente muy buena actriz. La entrada
equivocada fue maravillosa. Es realmente única. ¿Por qué no fui capaz
de decírselo? (La madre entra con un talleur muy elegante. Tiene un
sombrerito y un par de guantes que no se quitara en toda la escena.)
Bárbara: ¡Mamá! ¡Todo un año sin vernos! (La abraza.)
Madre Sustituta: (Fría. Distante. Empuja a Bárbara para alejarla de
sí.) Ahorrame las efusiones por favor. Veo que todavía recibís a las
personas con besos.
Bárbara: Disculpame mamá. Es que hace tanto tiempo! Pasá por
favor... Tengo tantas ganas de que veas mi casa...
(La Madre Sustituta no mira la casa, se sienta muy tensa en el borde de
una silla. Saca un espejito de la cartera para chequear su maquillaje.)
Madre Sustituta (Trata de quitarse el efecto del beso en su cara.) ¿Me
corriste el maquillaje de las mejillas?
Bárbara: Estás preciosa Mamy. ¿Que tal tu París? ¿Por qué nunca me
escribiste? ¿Me extrañaste en algún momento? ¿Pensaste en mí en
algún momento? ¿Por qué no me llamaste para Navidad o para Año
Nuevo?
Madre Sustituta: No puedo contestar todas esas preguntas al mismo
tiempo, María. Ni siquiera entiendo qué me estás preguntando.
Bárbara: Yo no soy María mamá. Soy Bárbara.
Madre Sustituta: (Saca el regalo de su cartera.) Te traje tu perfume
predilecto. Eau Savage para hombre. (Se lo da.)
Bárbara: Este es el perfume predilecto de mi hermano Guillermo. El
mío es Samsara de Guerlein.
Madre Sustituta: Qué hija desagradecida. Crucé el Océano Atlántico
únicamente para traerte tu perfume favorito y ahora tratás de
confundirme con tus hermanos, María.
Bárbara: (Angustiada) Mamá... mirame a los ojos. Soy tu hija Bárbara.
Te quiero mama, te quiero mucho. Estoy muy feliz de que me hayas
venido a visitar. Esperé mucho tiempo para tener el privilegio de estar a
solas con vos. (La toma de las manos afectuosamente. La madre se
irrita por el contacto.)
Madre Sustituta: Todo este manoseo me pone muy nerviosa. ¿Podrías
evitarlo? ¿Así que querías estar a solas conmigo? ¿Para qué?
Bárbara: (Bárbara vuelve a tomar las manos enguantadas de su madre,
que se las deja tiesas.) Quería decirte que te amo. Para mí era
importarte poder decirte eso. Te amo mamá.
Madre Sustituta: (Le retira las manos.) Bien. Ahora sé que me amás,
María. (Se aleja físicamente de su hija.)
Bárbara: ¡No vuelvas a llamarme María! María es mi hermana. Yo soy
Bárbara.
Madre Sustituta: Ya lo sé. No tengo ninguna duda de que no sos María.
María nunca me hubiera tenido quieta en una silla para decirme todas
esas tonterías. ¡Te amo mamita y para mi es muy importante (Cruel y
sarcástica) que lo sepas, etcétera...¡ María nunca me hubiera apretado
las manos. Nunca. Ella sabe que todo ese tipo de manifestaciones no
me parecen higiénicas. (Se pone de pie.) María nunca me hubiera
besado de esa manera. ¿Hay algo menos elegante que apoyar tus labios
en las mejillas de la persona que tienes más a mano y oprimirla,
produciendo ese desagradable sonido? (Imita un sonido de beso muy
desagradable.) Devolveme el perfume. Se lo voy a dar a Guillermo.
Prometo no equivocarme el próximo año cuando te visite nuevamente.
(Bárbara le devuelve el perfume.)
Bárbara: ¡Esta es la primera vez que te acordás de traerme un regalo
para mí cumpleaños mamá, y me trajiste un regalo equivocado!
Siempre hacés lo mismo mamá. Siempre me das a mí los regalos para
Guillermo y a Guillermo los regalos para María y a María los regalos
para Genoveva.
Madre Sustituta: (Divertida) ¿Hago eso? Qué encantador. Esa
distracción que tengo me parece simpátiquisima.
Bárbara: Cambié todos los colores de mi casa especialmente para vos.
Mirá por lo menos mi casa si no podés mirarme a mí.
Madre Sustituta (Sin mirar) Quedó preciosa tu casa, María.
Bárbara: Bárbara.
Madre Sustituta: Quedó bárbara tu casa, María.
Bárbara: No, no. (Saliendo del personaje y reclamando como clienta)
Le dije veinte veces que mi nombre es Bárbara. No quiero ser dura con
usted, pero ya casi más que gélida, parece amnésica, señora.
Madre Sustituta: Tengo amnesia emocional. No sé a quién amo.
Bárbara: (Vuelve al personaje.) ¿Entonces no sabés si me querés?
Madre Sustituta ¿Yo? Quererte... ¿Yo te quiero?
Bárbara: (Como cliente) Excelente. Lo ha logrado... Nunca me sentí
peor.
Madre Sustituta: ¿Y no era eso lo que quería?
Bárbara: Sí, sí. Muchas gracias. Nunca me sentí tan bien de sentirme
tan mal.
Madre Sustituta: ¿Se sintió la hija de una mujer de hielo?
Bárbara: Sí. La sentí mala, cruel, helada.
Madre Sustituta: Puedo ser mucho más terrible. Se necesita grandeza
para el mal y yo la tengo (Se saca el cinturón a modo de látigo.) Me
encanta encarnar madres demoníacas.
Bárbara: Para mí ha sido suficiente. No quisiera más crueldad.
(Madre Sustituta guarda su cinturón.)
Madre Sustituta: Es una pena que no quiera profundizar en el mal.
Amo las madres sádicas.
Bárbara: Suficiente.
Madre Sustituta: ¿Hemos alcanzado el punto de desesperación que
contrató?
Bárbara: Sí. Ahora usted debería reprocharme por no haber sido
suficientemente bárbara.
Madre Sustituta: Eso se lo dejo a la próxima madre.
(La Madre Sustituta sale de escena. Se escucha una canzonetta
napolitana. Entra al escenario ropa colgada de sogas para que parezca
más humilde. Exterior. Terraza. Barrio de inmigrantes italianos.
Bárbara se adecua poniéndose debajo de su falda un almohadón que
simula un embarazo. Cambia su estilo por el de una humilde muchacha
de barrio embarazada y con una mamma que la llena de reproches.
Entra la madre sustituta con ropa mojada para colgar en los broches.
Bárbara la ayuda.)
Madre Sustituta: (Con un dejo de acento siciliano) Mabelita te tendrías
que haber llamado. Mabelita como quería tu padre. Pero se me ocurrió
ponerte Bárbara. Y ese nombre te trajo mala suerte. Nadie en este barrio
se llama Bárbara. Bárbara es un nombre de persona fina, exitosa. ¡Mirá
que exitosa resultaste! ¡Y sobre todo qué fina! ¡Maldigo el día en que
se me ocurrió ponerte Bárbara!
Bárbara: (Sosteniéndose la cintura porque le pesa el embarazo) Yo
también lo maldigo. Me obligaste con el nombre a fracasar.
Madre Sustituta: ¡Te hubieras casado con el diplomático ése que
conociste en casa de esa amiga sofisticada que tenías! Hoy sí que
estarías gloria. ¡Pero te casaste con El Poroto! Te llenó de hijos, no
trabaja, y todos viven pidiéndome dinero a mí. ¿Qué le viste al Poroto
nena?
Bárbara: El fue el único en la vida que me dijo, ¡Qué gloria que sos,
Bárbara! Estábamos nadando y le vi esas piernas musculosas que tiene.
¡Dios mío, qué bien estaba! Y cuando se secaba despacito con la toalla.
Mamma yo me sentí suya para siempre.
Madre Sustituta: ¡Ay nena! Ahora estás llena de chicos, él ni te mira y
vive protestando porque no le doy bastante dinero para las carreras.
Bárbara: Cada vez que te pido dinero me tirás mis fracasos en la cara.
Madre Sustituta (Le da dinero que saca del corpiño.) Aquí tenés otros
500 dólares. Pero no se te ocurra dárselos a él. Son para mis nietos.
Bárbara: (Guarda el dinero en su corpiño.) Gracias mamma... No puedo
salir a trabajar hasta que no tenga mi bebé. Me siento tan sola.
Madre Sustituta: Pero seguís teniendo hijos con El Poroto!
Bárbara: Es que todavía me sigue diciendo, Qué bárbara que sos
Bárbara. Y estoy perdida. ¿Cómo puede un hombre volverte tan loca?
Madre Sustituta: ¿Un hombre? ¿Volverme loca?¿ A mí? (Hace la señal
de la cruz.) Todo el mundo sabe que tu padre nunca me vio desnuda!!
Siempre me dejaba el camisón cuando hacíamos la porquería. Y lo
hacíamos por él. No porque a mí me gustara como a vos. ¡Dios!!!
¡Perderte un diplomático por El Poroto!
Bárbara: (Demanda como cliente.) ¡Usted me está tratando cómo una
idiota!
Madre Sustituta: Usted pidió en su plan una madre decalificadora,
jodida, que hace reproches. Y ahora que la tiene ¿se queja?
Bárbara: La madre que está haciendo es perfecta. Lo que no concuerda
es el aspecto sociológico de su planteo. ¿Dónde pude yo haber conocido
un diplomático? El barrio limita mucho. ¿Qué diplomático viene a un
barrio de inmigrantes sicilianos a buscar novia?
Madre Sustituta: ¡Dije que lo habías conocido en casa de una amiga
sofisticada!
Bárbara: Quiero que insista en el punto en que se arrepiente de haberme
puesto el nombre Bárbara.
Madre Sustituta: (Retomando la mamma italiana) Maledetta la hora en
que te llamé Bárbara! Te encantaba escribir y te dedicás a vender
caramelos. Te atraía un Diplomático y te casate con El Poroto. Querías
ser hermosa y me saliste bizca y con las piernas torcidas!
Bárbara: Vos tenés las piernas torcidas. ¡Mirá como caminás
arrastrando esas pantuflas!
Madre Sustituta: Las piernas torcidas las heredaste de mí. Pero esos
ojos con forma de huevo los heredaste de tu padre. Te quedaste con lo
peor de los dos.
Bárbara: Hoy es mi cumpleaños mamá. ¿Cómo podés tratarme así?
Madre Sustituta: (Interrumpe la escena. Vuelve a ser la empleada de
Casa Matriz.) Usted pagó para que esta madre la tratara así.
Bárbara: Le hablaba a mi madre señora. No estoy cuestionando su
profesionalismo.
Madre Sustituta: Bien, continuemos... (Recupera el personaje.)
Concentración...
Bárbara: Estaba sumergida en la escena ¿Por qué la interrumpió?
Madre Sustituta Tu cumpleaños... ¡El día que naciste fue uno de los
más negros de mi vida!
Bárbara: (Interrumpe la escena.) Yo no pagué para que me dijera eso.
Revise el contrato. Hoy es realmente mi cumpleaños señora. Y me estoy
regalando un service de Casa Matriz. Usted es un regalo que me hice
para mi cumpleaños.
Madre Sustituta: Un regalo... yo... un regalo. (Le desagrada la idea de
ser un objeto de regalo.) Pasemos a otra madre... A esta le duele la
cintura.
(La Madre se va con la palangana de ropa mojada. La ropa colgada
sale de escena. Bárbara se quita el almohadon de embarazada. Se pone
un impermeable empapado y abre un paraguas. Se moja la cara para
simular lluvia. Recoge libros y se pone anteojos para tener un aspecto
de intelectual. Su personalidad se adapta al cambio. La luz da una
sensación de estación de tren. En off se escucha la voz de la madre.
Tiene un dejo de acento ruso. Es una idische mameuna típica madre
Judía. Bárbara está sola, leyendo una carta. Ella busca sentarse en un
rincón de la supuesta estación de tren. En off se escucha la voz de la
madre. Bárbara no verá entrar a la Madre Sustituta.)
Bárbara: Hijita mía tanto tiempo sin recibir noticias tuyas! Pero ahora
ya no puedo postergar mi necesidad de verte. Esta es la última carta que
te escribo antes de que nos veamos. Pues, mañana llegaré a la ciudad. Te
ruego que vengas a buscarme a la estación de tren. Sé que esto te
presupone una molestia pero tengo algo muy importante que decirte y
prefiero decírtelo personalmente. Llegaré en el tren de las nueve de la
noche. Te adora y siempre te adorará.. Tu madre.
(Se escucha el ruido de un tren que llega. Bajan los pasajeros y se van.
Por detrás de Bárbara entra la madre en silla de ruedas, toda enyesada
de pies a cabeza, excepto el rostro que asoma por debajo del yeso de la
cabeza. Bárbara al verla se queda totalmente shockeada. Tira al suelo
los libros y la carta y se abraza a las piernas de la madre.)
Bárbara: Mamita, mamá...qué te ha sucedido? Oh mamá!
Madre Sustituta: (Acerca la cara a Bárbara para que pueda darle un
beso en la porción de rostro que asoma en el vendaje.) Nada importante
querida. ¿Tus estudios como marchan?
Bárbara: (Muy angustiada de verla así.) Por qué nadie me avisó?
Madre Sustituta: Levantate. Levantate meidele. No puedo verte si estás
agachada. Te traje unos bagels. (Le acerca como puede el paquete de
comida.) Esta vez no los hice yo, los hizo tu tía Sarah. No son tan ricos
como los míos, pero no están mal. (Bárbara abre el paquete y se los
come con ansiedad.) Ves, ves. Estás con hambre. ¡Hasta los bagels de
Sarah te resultan deliciosos con hambre!
Bárbara: Están riquísimos. ¿Tuviste un accidente?
Madre Sustituta: No hablemos de mí. Fue un golpecito sin importancia.
Hablemos de cosas interesantes. Hablemos de tu pasión por la
Ontología.
Bárbara: ¡Un golpecito sin importancia! ¡Te rompiste todos los huesos,
Mamá! ¡Quiero saber cómo te hiciste todo este desastre!
Madre Sustituta: Trabajando.
Bárbara: ¿Trabajando en la bombonería?
Madre Sustituta: Ese lugar cerró. Y tuve que buscar otro trabajo para
poder enviarte dinero.
Bárbara: ¿Qué clase de trabajo mamá?
Madre Sustituta: Limpio cristales en los altos rascacielos. Nadie quiere
hacer ese tipo de tarea. Pero a mí me encanta estar ahí, colgada en el
andamio, al aire libre, tocando el cielo con las manos. Tenía la
maravillosa impresión de estar volando. Y me caí del tercer piso. No
tiene ninguna importancia. Lo hice por la Ontología, por vos. Limpiaba
y pensaba que mi hija Bárbara gracias a mi trabajo pronto sería Doctora
en Ontología. ¡Eso me daba fuerzas! ¡Mi Barbarita, Doctora en
Ontología!
Bárbara: Están riquísimos. ¿Tuviste un accidente?
Madre Sustituta: ¿A quien le puede interesar, finalmente, lo que puede
pasarme a mí?
Bárbara: ¡A mí, por supuesto!
Madre Sustituta: No hablemos de mí. Fue una golpecito sin
importancia. Hablemos de cosas interesantes. Hablemos de tu pasión por
la Ontología.
Bárbara: Un golpecito sin importancia: ¡te rompiste todos los huesos
mamá! ¡Quiero saber como te hiciste todo este desastre!
Bárbara: ¿Desde cuándo limpiás cristales en las ventanas de los
rascacielos?
Madre Sustituta: ¡Sabía que te ibas a enojar, por eso no te lo quería
decir!
Bárbara: ¿Desde cuándo arriesgás tu vida así?
Madre Sustituta: Desde hace cinco años que te miento. Lo hice todo por
tus estudios. Yo no tengo ninguna importancia.
Bárbara: ¿Limpiando cristales en los edificios para que yo estudie? Yo
no quiero que hagas esas cosas por mí. No quiero que me envíes un solo
centavo más mamá. Sos demasiado buena. Mucho más buena que yo.
Madre Sustituta: Oh, dejame ayudarte. Bárbara. Puedo pegar sellos
postales en la Oficina de Correos. No me he roto la lengua. (Saca la
lengua.) Pagan poco por poner la lengua, pero es mejor que nada. (Saca
una bolsita con dinero.) Mirá ahorré un poco de dinero para vos,
Bárbarita. No es mucho, pero la sola idea de que te pueda servir, me
alcanza. No lo desprecies. Una madre enyesada que trabaja con la
lengua, merece tu compasión.
(Bárbara toma el dinero emocionada. Se arrodilla y besa las manos
enyesadas de su madre. Apoya la cabeza sobre el regazo de la mamá.
La madre canta una bella canción de cuna en idisch, muy popular y
conocida. Bárbara tararea con ella.)
Bárbara: Mamá. me siento tan culpable....Es horrible, siento como si yo
te hubiera empujado al abismo.
Madre Sustituta: Lo hago con gusto, no te preocupes.
Bárbara: ¿Cómo no voy a preocuparme? (La contempla con mucha
culpa.) Mira como estás por culpa mía. Me siento culpable, culpable de
haber nacido. Culpable de estar viva.
(Comienza a mover la silla de ruedas de su madre. La Madre Sustituta
da por terminada la escena. Pega un salto de la silla. Camina con los
yesos por el escenario.)
Madre Sustituta: Bien. Me ha salido muy bien, como siempre. La idishe
mame es uno de mis grandes éxitos. Surte efecto. Cada vez que solicitan
culpa yo la actúo con gran suceso. Surte efecto. ¡Mire como la dejé! ¿O
me va a decir que no sintió una terrible culpa?
Bárbara: (Asiente.) ¡Sentí una culpa tremenda!
Madre Sustituta: (Se quita los yesos con energía.) ¿Me ayuda a
desenyesarme la cabeza?
Bárbara: (La ayuda.) Sentí una culpa sin salida...
Madre Sustituta: Oh no la culpa sin salida viene ahora. ¿Usted
encargó la muerte de la madre verdad?
Bárbara: (Asustada) La puedo liberar de hacer ese rol si no lo desea...
Madre Sustituta: Oh no me libere de nada! Me encanta el rol de muerta.
(Se pone una larga camisa fúnebre. Se maquilla de blanco la cara.
(La madre ha preparado la cama fúnebre. Muere de golpe sobre el
lecho. Tiene flores entre sus manos. Un crucifijo aparece sobre la cama.
Las luces cambian hacia tonalidades más blanquecinas. Suena música
fúnebre. Bárbara se queda a solas con su madre muerta.)
Bárbara: Qué hermosa estás mamá. Cuánto te ha embellecido la muerte.
Siempre he tratado de ser la más madura de las dos, la más serena de las
dos. Mamá, cómo me gustaba caminar contigo del brazo bajo la lluvia.
Cómo disfrutaba de tu compañía en el campo, cuando andábamos juntas
a caballo. Aunque siempre terminábamos peleándonos. No eran peleas
profundas. ¿Verdad mamá? Mamá... yo nunca te dije claramente... yo
nunca te dije yo nunca te dije que... te amaba (Se acerca a su madre.)
Nunca me permití besarte... (La besa.) Nunca pude estar cerca tuyo, ni
dejé que te acercaras a mí. (La besa más.) Nunca, nunca. ¿Cómo pude
hacerte eso, mamá? (Llora desconsoladamente.) ¡Contestame mamá!
Decime que a pesar de todo me quisiste. Quiero volver a oír tu voz.
Decime algo reconfortante mamá. Abrí los ojos, por Dios. (Agita a la
madre enérgicamente como si en vez de muerta estuviera desmayada.)
Decime que todavía estamos a tiempo. Regresá mamá y dame una
oportunidad de ser diferente con vos. (La toma de la cabeza y la sacude
sin dar crédito a su muerte.) Decime que sí, que todavía tenemos
tiempo. Sólo te pido un poco de tiempo mamá. Tiempo nada más.
Tiempo. ¡Dame un poco de tiempo mamá!
Madre Sustituta: (Abre los ojos. Se sienta en la cama.) ¿Tiempo para
qué?
Bárbara: (La suelta bruscamente.) ¡Los muertos no hablan, señora!
Madre Sustituta: Pero usted me está atosigando de preguntas querida.
Bárbara: Los muertos no responden preguntas señora! (Acusándola)
¡Rompió el misterio! Profanó lo más sagrado. ¡Arruinó la muerte de la
madre! ¡Y con lo bien que venía todo! ¡Con lo mucho que estaba
sintiendo yo! Me estaba cayendo en un abismo. ¡Estaba indagando mi
propia dimensión trágica, señora mía! ¡Usted no tiene ningún respeto
por mis emociones profundas! Usted frivoliza todo.
Madre Sustituta: Mire. Ya le hemos dado bastante tiempo a la madre
muerta.. Hay otras madres esperando, mucho más divertidas.
Bárbara: Aquí la que se tiene que divertir soy yo. Y como esta
diversión tan particular cuesta mucho dinero, usted debe cumplir con su
responsabilidad. Vuélvase a morir si es tan amable.
(La madre de mala gana vuelve a acostarse. Se sienta.)
Madre Sustituta: Yo me vuelvo a morir, pero usted no me bombardee
con preguntas.
Bárbara: Pero son preguntas sin respuesta. Justamente las preguntas sin
respuesta nos permiten cruzar al otro lado. Conocer un tipo de soledad
casi absoluta. Yo no le estoy formulando preguntas que esperan ser
respondidas. (La madre vuelve a morirse.) Bárbara (Vuelve a llorar.)
Mamá. Mamá necesito decirte que, que,... que (Se interrumpe.) No se
me ocurre nada para decir. ¡La interrupción fue terrible!
Madre Sustituta: ¡Por fin! (Se quita la ropa fúnebre.) ¡Por fin!
Atravesamos la muerte, ahora nos toca festejar la vida. ¡Feliz
Cumpleaños Bárbara!
(La madre sale de escena con una mesa de cumpleaños, llena de masas,
tortas, bombones. Hay una torta con 30 velitas. Por encima de la mesa
cuelgan globos y un cartel donde dice ¡Happy birthday Bárbara! Clima
festivo que contrasta con el anterior. Bárbara se viste con un vestido
precioso, muy festivo. La Madre toca el timbre por la puerta de entrada.
Madre Sustituta: (Canta.) ¡Qué cumplas feliz! ¡Qué los cumplas
feliz! Mi preciosa Barbarita. ¡Qué los cumplas feliz!
(Bárbara también canta a duo con ella. Abre el regalo que le
trajemadre. Es un vestido idéntico al que la madre tiene puesto.)
Bárbara: Mamá, es divino. (Se lo pone encima del que tiene puesto.)
¡Parecemos mellizas! (Festejan con un abrazo. Bárbara trae un teclado
y tocan el piano a cuatro manos. Cantan juntas una canción de amor.
Mirando cantar a su madre) Mamá, me hace tan feliz escucharte cantar!
Madre Sustituta: Me imagino. (Encantada de sí misma.)
Bárbara: (Interrumpe el juego.) No señora. ¡Yo no pagué para que
usted se vanagloriara de sí misma!
Madre Sustituta: ¡Es que me imagino que a usted yo le encanto!
Bárbara: Pero de paso, se publicitaba a usted misma. ¡Nunca debió decir
me imagino cuando le dije que escucharla cantar me hacía feliz!
Madre Sustituta: (Soluciona el problema.) Cambio la respuesta..
Dígalo de nuevo.
Bárbara: Mamá, ¡me hace tan feliz escucharte cantar!
Madre Sustituta: Bárbara, ¡lo mejor que te pasó fue tenerte a ti!
Bárbara: ¡Eso ya me lo dijo antes y mucho mejor formulado!
Madre Sustituta: (Intenta no impacientarse.) Bárbara, ¿sabés que tu
nacimiento le dio sentido a mi existencia?
Bárbara: Me imagino.
Madre Sustituta: (Corta.) Usted tampoco puede decir me imagino.
Todas las hijas piensan que le arruinaron la vida a su madre.
Bárbara: ¡No con una madre así! Yo a esa madre la contraté para darle
sentido a su vida. Es un pequeño lujo que me quiero dar.
Madre Sustitua: (Retomando la parte de madre encantadora) Bárbara,
¡luz de mi vida! Darte la vida le dio sentido a mi efímera existencia.
Bárbara: Su tono es distante, sarcástico, con un dejo algo profesiónal.
Se supone que usted tiene que hacerme olvidar que lo está haciendo por
dinero, sino no tiene gracia. Construya mejor las frases. Explicite.
Madre Sustituta: (Bien dispuesta) Mi hija Bárbara es absolutamente
insustituible.
Bárbara: (Feliz) ¿Verdad que soy insustituible, mamá?
Madre Sustituta: Sí. (Angustiada por su profesión de Madre Sustituta)
insustituible. ¡No como yo que soy una Madre Sustituta! Absolutamente
sustituible. (Una pausa extraña. La Madre Sustituta se recupera.
Abraza a Bárbara.) Perdón... (Retoma.) Sí mi amor, sos insustituible,
singular hasta en la forma de ser común, original hasta en tus obviedades,
y sobre todo, sos una gran persona.
Bárbara: Repita esas palabras. Costaron muchos dólares.
Madre Sustituta: Sos la mejor persona que he conocido en mi vida.
Bárbara: Basta. Ya ni yo lo creo. (Se aleja de ella.) Usted hace todo un
poco excesivo hasta volverlo asfixiante.
Madre Sustituta: Estamos instruidas para eso. Nuestra formación exige
un cierto plus. Si no nadie contrataría una Madre Sustituta. El cliente se
quedaría con su madre naturalista real. No podemos, no debemos caer en
el realismo de las madres que nuestros clientes ya tienen.
Bárbara: Entonces quizás todavía no hemos dado en la tecla de mis
necesidades.
Madre Sustituta: Quizás el programa de madres que usted eligió no sea
el adecuado. O quizás yo no sea la empleada adecuada para salir al
encuentro de sus necesidades.
Bárbara: (Repentinamente) No perdamos el tiempo. Comience a ordenar
esta habitación. Esmérese en poner orden en toda la casa. ¡Poblemos de
atraso y sometimiento esta relación!
Madre Sustituta: (Resistente, furiosa, consulta el plan.) Todos, pero
absolutamente todos, necesitan verme en la más triste de las
servidumbres¡ ¡Nunca me salvo de limpiarles la casa! ¡Este trabajo de
Madre Sustituta tiene aspectos francamente denigrantes. Esto ya lo
hemos discutido en las reuniones de nuestro Sindicato.
(Bárbara se cruza de brazos, despótica, implacable. La Madre Sustituta
se coloca una peluca desgreñada sujeta a la cabeza con un pañuelo a
lunares. Un vestido negro abotonado, medias negras y zapatillas. Saca
de una maleta plumero, escoba, franela y todo tipo de elementos de
limpieza. Suena un tango. Madre Sustituta ordena la habitación en
silencio mientras Bárbara frente al espejo se cepilla el cabello.)
Madre Sustituta: ¿Vas a salir otra vez con ese sinvergüenza?
Bárbara: No te metas en mis asuntos mamá.
Madre Sustituta: (Barre.) ¡Pero si vos sos lo único que me queda! Mi
hijo mayor fugado por estafas; Beatriz, ¡tu hermana se enamoró de un
guerrillero en plena dictadura militar! Ni una foto de ella me dejaron
para llorarla... Y vos hijita ( Madre Sustituta suspira y trabaja.)
Bárbara: ¿Me planchaste el vestido fucsia? (La madre le trae
solicitamente el vestido planchadísimo.) ¡Te dije que le pusieras apresto!
Madre Sustituta: (Asustada) ¡Es que queda mucho más elegante!
Bárbara: (Le grita.) Yo quiero estar sexy, no elegante mamá...(Arruga el
traje.). Me tenés harta mamá! (Deshace la cama. La madre vuelve a
hacerla de inmediato.) ¿Para qué hacés la cama? A Marcelo le gusta
coger con la cama revuelta. (Desordena una cajonera. Tira toda la
ropa. La Madre Sustituta vuelve a poner orden a una velocidad inusitada
en camara ligera.)
Madre Sustituta: Hijita mía... ¿estás comiendo bien? ¿Qué te pasa?
(Lamentando) ¡Si tu padre no se hubiera escapado por la puerta de atrás!
Bárbara: (Feróz) ¡Se escapó con tu hermana, mamá!
Madre Sustituta: Y bueno... mi hermana siempre fue más atractiva que
yo...(Bárbara se calza un pantalón ajustado y una musculosa muy
provocativa) Vos no podés salir así a la calle.
Bárbara: Yo salgo a la calle como quiero. ¿O querés que me vista de
portera como vos?
(La Madre Sustituta vuelve a hacer la cama. Bárbara toma whisky.)
Madre Sustituta (Con un hilo de voz) ¿Estás tomando otra vez? ¡Me
dijiste que habías dejado!
Bárbara: (La enfrenta.) Te mentí. ¡Me divierte mentirte, vieja! Es lindo
ver como te crees todo. (Pausa) Estoy embarazada, mamá.
Madre Sustituta: (Llorando) Hijita mía, sentate. ¿Y de cuántos meses
estás?
Bárbara: De tres.
Madre Sustituta: Pero ese hombre es casado. ¿Cómo pudo hacerte
eso?
Bárbara: No sé si me lo hizo él. No sé de quién es ese hijo.
Madre Sustituta: (Temblando) Entonces te acostás con más de uno.
Bárbara: (Rompe el juego.) Es obvio señora, que si le digo que no sé de
quién es ese hijo, es porque me acuesto con más de uno. ¡Además usted
prometió sufrir!
Madre Sustituta: (Profesiónal) Estoy padeciendo enormemente.
Bárbara: Por supuesto señora, es mi cumpleaños. ¿Qué mejor regalo que
una madre sumisa que exteriorice su sufrimiento?
(Madre Sustituta vuelve al personaje y llora estrepitosamente. Bárbara
pone a sonar un rock para tapar el llanto.)
Bárbara: No soporto tu llanto mamá. ¿Por qué llorás? Si la que está
jodida soy yo. ¿Por qué no me ayudás a buscar soluciones en vez de
derramar lágrimas sobre mis sábanas? Vos me hiciste así. Ahora bancate
a esta nena de treinta años que no quiere largar la adolescencia y sigue
atada a la falda de su mamá.
Madre Sustituta: (Madre Sustituta llora copiosamente con verdaderas
lágrimas. Después interrumpe. En tono profesiónal, altamente
competente). Venga, acérquese señorita... (Bárbara se acerca.) Son
lágrimas de verdad. Toque. (Bárbara toca y comprueba.) No puede
reclamar un efecto más trágico. Soy la Mater Sufriente por excelencia.
Vestida de negro, limpiando, llorando, con una hija alcohólica y
embarazada. Soy La Gran Madre Sufriente. Soy la madre consagrada
por el Tango. La literatura se ha ocupado vastamente de mí. Soy una
madre bíblica: Parirás con dolor . Soy la Santa Madrecita. Mire qué
lagrimones.
Bárbara: Se ve que conoce muy bien este tipo de madres.
Madre Sustituta: Es muy requerida por la clientela de Casa Matriz.
¡Todos quieren ser hijos rebeldes! Y rebelarse contra tanta sumisión es
muy sencillo. (Corta este personaje haciendo un desafio personal.)Yo la
desafío a rebelarse contra una madre emancipada. O contra una
intelectual de gran prestigio. O simplemente, contra una diva
internacional. (Revuelve su maleta.) Tengo todos los atuendos intactos.
¡Estas madres las piden poco! Todos buscan la cosa facilona, denigrable.
Les gusta verme llorar, porque se sienten libres, rebeldes, jóvenes. Pero
no les gusta verme reír. ¿Quién paga por verme gozar? ¡Nadie contrata
una madre que la pasa bien! ¡Yo la desafío a rebelarse contra una madre
que se divierta, señorita mía!
(El lugar en el estudio de una escritora de teatro: libros, cuadros,
computadora, papeles revueltos. Cuando se van entra con llave propia la
Madre Sustituta. Madre Sustituta se cambia. Se quita la ropa negra. Se
transforma diametralmente. Se convierte en una mujer internacional,
viajada, exitosa, divina. Lleva una capelina esplendida, un zorro al
cuello, camina como una modelo, imprime ritmo. Velocidad a todo.
Tiene hermosas alhajas de buen gusto. Clase. Bárbara se deja el mismo
pantalon ajustado con la musculosa del personaje anterior.)
Madre Sustituta: (Irrumpe.) Te queda espléndido ese look zafado.
¿Abortaste o vas a tener el chico?
Bárbara: (Se adapta rapidamente.) Lo perdí. No vas a ser abuela.
Quedate tranquila, ¡Te acabás de hacer un lifting y yo iba a darte un
nieto!
Madre Sustituta: Reconocé que era una mala jugada... Además, estoy
saliendo con un tipo tan joven... y vos y yo odiamos la norma general.
Bárbara No decidas mis odios, mamá.
Madre Sustituta: ¿Tenés whisky en este antro rosado? (Bárbara le da.)
Es el cuarto que tomo en la mañana de hoy. Demos el día por perdido.
¿No vas a emborracharte conmigo mi vida? Hace tanto que no nos
vemos. (Bárbara se sirve. Beben.) ¿Terminaste tu obra de teatro?
Bárbara: ¿Cuál?
Madre Sustituta: Esa que me tiene a mí de protagonista. ¡Qué bien me
retrataste! Las escenas que me mandaste por correo a mi oficina de New
York me resultaron desopilantes. Me tenés calada. Despótica, maléfica,
fascinadora, divina. Hasta me ponías esta capelina y este zorro. Desde
que lo leí en tu obra no me los saco ni para viajar en avión. Los
encuentro tan teatrales. Me dan otro andar. (Camina de aquí para allá.)
En la obra vos dudabas de que yo fuera realmente tu madre? ¿Han
logrado confundirte vida mía?
Bárbara: Si, la terminé. Ya la están ensayando.
Madre Sustituta: ¡Te la arrebataron de la mano! También, con ese
personaje central. ¿Y quién hace de mí?
Bárbara: Glenn Close.
Madre Sustituta: Espléndida actriz. Pero no da el tipo. Quiero decir, con
todo respeto por Glenn Close, yo podría enseñarle algunos trucos para
parecerse más a mí. No quiero sugerirle que tome el modelo real. Eso es
inalcanzable. Es mejor que me reinvente. Pero hay ciertas claves de mi
personalidad...
Bárbara: Te imaginás que entre el señor director y ella sabrán cómo
encarar el personaje.
Madre Sustituta: Pero el personaje sabe cómo puede ser encarnado.
(Rompe el clima.) Le falta rebeldía señorita. ¿No quedamos en que se iba
a rebelar? Esa era mi exigencia. Ese es mi desafío ¡Vamos!
Bárbara: (Harta) Soy yo la que exijo. Usted es mía. La alquilé muy
caro. Pagué muy bien todo este esplendor que despliega. Pero usted
puede más.
Madre Sustituta: La tengo fascinada querida.
Bárbara: (Vuelve al rol de hija escritora de teatro.) Nunca me dijiste lo
de la adopción.
Madre Sustituta: (Revoleando el zorro) Es un delirio de tu padre.
Decile a mi ex marido que deje tranquila a las niñitas de quince años con
las que circula por mis lugares preferidos de New York y que admita con
cuánto amor te concebimos, Bárbara. Hoy es tu cumpleaños ¿no, mi
vida?
Bárbara: Cumplo treinta años mamá.
Madre Sustituta: Cuánto tiempo. Qué vieja me estás poniendo. ¿Se me
notan tus treinta años? Yo ya no sé qué estirarme. ¿Y vos te estiraste
algo?
Bárbara: ¿Te parece que necesito? ¿Me ves arrugada?
Madre Sustituta: Esta es la edad de comenzar. Una edad peligrosa.
Bárbara: ¿Te parece ? (Se mira al espejo.)
Madre Sustituta: (Rompe el juego.) ¿Y la rebelión? Pero si está a punto
de aceptar hacerse una cirugía estética cuando tiene el cutis perfecto.
Bárbara: No puedo rebelarme contra vos, mamá. No puedo más que
mirarte ir y venir, como una idiota! ¿Será por eso que me gustan las
mujeres?
Madre Sustituta: ¿Cómo que te gustan las mujeres?
Bárbara: Me acuesto con hombres, pero me enamoro de mujeres.
Madre Sustituta: En cualquier momento vas a tener curiosidad de saber
qué es acariciar un cuerpo femenino. Te veo tentada.
Bárbara: Estoy viviendo una gran pasión mamá. Ya di ese salto.
Madre Sustituta: Espléndido. Me parece fantástico que te asumas. Basta
de mundos hipócritas. ¿Y con quién estás viviendo esta gran pasión?
Bárbara Con tu amiga Lourdes.
Madre Sustituta: ¡Lourdes! Me muero. ¿Cómo Lourdes que es tan
moralista pudo hacernos esto?
Bárbara: Las dos necesitábamos rebelarnos contra vos mamá. (Se ríe a
carcajadas. Corta el juego.) ¿Vio como me rebelé? ¿Vió como la maté
señora?
Madre Sustituta: Admito que fue ingenioso lo de la pasión con la tal
Lourdes.
Bárbara: (En hija) ¿Te sirvo whisky mamá?
Madre Sustituta: Es que tenés siempre un whisky tan malo.
Bárbara: Me lo regala Lourdes.
Madre Sustituta: Se repite hasta en eso.
Bárbara: ¿A vos también te regalaba el mismo whisky?
Madre Sustituta: El mismo whisky y en las mismas circunstancias. Fue
la primer mujer de mi vida. Lourdes es hipnotizante. O por lo menos
sabe donde golpearnos a vos y a mí.
Bárbara: (Corta el juego.) Se está pasando de límite.Yo no pagué para
que usted también tuviera una historia con Lourdes.
Madre Sustituta: ¡Rebélese! No soy una madrecita incondicional que le
ordena los cajones. Yo no sufro querida. ¿Cómo se rebela uno con una
madre que no sufre?
Bárbara: Usted vino aquí a darme los gustos.
Madre Sustituta: Esta madre que le propuse da de este modo los gustos.
No me va a dejar como una perdedora, acostándose con mi mejor amiga!
Bárbara: Y usted no me va a revelar el día de mi cumpleaños, que el
gran amor de mi vida fue también su amante. Me parece excesivo.
Madre Sustituta: Ya le dije que estamos formadas para ser excesivas.
Bárbara: Voy a matar a Lourdes, mamá. (Pone el Magnificat de
Bach.)
Madre Sustituta: O no. Escribí. Vos elaborás muchas cosas escribiendo.
Además tenés mucho material. Una pasión triangular, todo servido. Si la
matás en la ficción te va a aliviar la furia. Una pregunta ¿Esa camiseta te
la regaló Lourdes?
Bárbara: La camiseta, los pantalones, el color de este cuarto y el
Magnificat de Bach.
Madre Sustituta: ¿También el Magnificat? Sacalo.
Bárbara: (Bárbara lo pone mas fuerte. Toma una batuta y dirige la
orquesta imaginaria.) Celos ya tenemos. Y ahora sos vos la que está
celosa, mamá. (Se rie. La Madre Sustituta le arranca la batutta y la
rompe. El Magnificat cesa.)
Madre Sustituta: Para eso pagó tan caro a Casa Matriz. Para salir
ganadora en algunos juegos. No la dejé con culpa. Se pudo vengar. En
fin...estas son alguna de las satisfacciones que Casa Matriz ofrece a su
clientela.
Bárbara: ¿Me va a dar la teta?
Madre Sustituta: ¡No con esta ropa! (Se quita la capelina. Se pone una
combinación blanca, una enorme teta redonda. Se sienta. Bárbara se
pone alegremente en sus brazos. Madre Sustituta saca el pecho lleno de
crema. Bárbara se prende al pezón. Suena una hermosa nana
bellamente cantada.)
Bárbara: Hummmm Hummmmm Hummmmm.
(Madre Sustituta aprieta la teta y empieza a salir una especie de espuma
blanca como crema de afeitar con la que baña totalmente a Bárbara que
asi, llena de esa crema, se le aferra al cuello.)
Bárbara: Es un final operístico. La voy a contratar la semana que viene.
(Madre Sustituta se pone de pie. Se quita la teta y la guarda. Se viste
con la ropa con la que vino. Bárbara sigue con su dedo llevandose
crema a la boca. La madre sustituta hace las maletas. Guarda todos sus
equipos.)
Bárbara: No me dé detalles. Detesto los detalles cuando me
abandonan...abandóneme con todo. Déjeme destruída. Puede hacer la
madre que debía hacer al comienzo.
Madre Sustituta: ¿La que la llamaba María?
Bárbara: (Se acerca implorante.) ¿No vas a darme un beso mamá?
Madre Sustituta: Estás llena de...estás toda manchada...Yo tengo un
traje de Christian Dior (La mira asquerada.)
Bárbara: Creía que era Coco Chanel.
Madre Sustituta: Me estoy aburriendo de tus errores.
Bárbara: (Se limpia la crema.) ¿Qué más?
Madre Sustituta: Y también de tus aciertos.
Bárbara: ¿A qué viniste mamá?
Madre Sustituta: A que me devolviera los mil dólares.
Bárbara: (Corta el juego.) Yo le debo setescientos dólares. Fíjese la
factura de la Casa Matriz, señora.
Madre Sustituta: El servicio de dar de mamar se cobra aparte. Y la
limpieza de la habitación, también. Fíjese. Están en el contrato. (Le
muestra el contrato. Bárbara lo mira. Saca mil dólares del cajón y se
los da.)
Bárbara: Ya no nos debemos nada mamá.
Madre Sustituta: Preferiría no verte por un tiempo. Sos una hija muy..
¿demandante? ¿Esa es la palabra?
Bárbara: (Rompe el juego.) Si yo la elijo la semana que viene y pago,
va a tener que volver.
Madre Sustituta: ¿Con qué dinero?
Bárbara: Voy a pedir prestado. Hay una serie de madres que me interesa
que usted me haga.
Madre Sustituta: La semana que viene comienzan mis vacaciones. Va a
venir otra señora. Le recomiendo que pida por Anita Zavala. Es muy
dúctil y además es gorda. Eso le agrega atractivos insólitos.
Bárbara: Yo.. la quiero a usted...es decir, no la quiero.
Madre Sustituta: Yo tampoco la quiero. Aquí los sentimientos los
dejamos de lado. Para eso tiene a su madre verdadera ¿Tiene madre
verdad?
Bárbara: Sí, claro.
Madre Sustituta: ¿Y a cuál de todas se parece?
Bárbara: ¿Y a usted qué le importa?
Madre Sustituta: Me dio una ráfaga de celos verdaderos. Eso no debe
sucederme. Adiós Bárbara. (Le extiende la mano.)
Bárbara: ¿Y usted tiene hijos?
Madre Sustituta: Las madres sustitutas nunca contestamos preguntas
realistas. La imaginación se ve limitada. Recurra a Casa Matriz cada vez
que lo necesite.
Bárbara: (Saca dinero. Le da cien dólares más.) Merece una propina
señora.
Madre Sustituta: Los honorarios reales querida. No aceptamos propina.
(Tira el dinero, recoge su maleta y se va. Bárbara se queda sola en el
escenario.)
Bárbara: (Grita.) ¡Mamá!
Personajes
Bárbara: 30 años. Muy atractiva, sensual y complaciente. Sin embargo
de repente entra en zonas sombrías y se torna irascible. Estas
contradicciones personales, permitirán que se adapte en velocidad a las
diversas hijas que deberá componer.
Madre Sustituta: Mujer bella, de edad indeterminada, alrededor de los
40 años. No es imprescindible una marcada diferencia de edad entre
ambas, ya que es una Madre Sustituta de su cliente y no real. Tiene
rasgos finos, delineados y hermosos. Es extremadamente histriónica,
expansiva y obviamente, tiene dotes de actriz consumada. Es una
empleada de Casa Matriz, entrenada profesiónalmente para actuar
todos los roles de madre que contraten sus clientes.
Escenografía
La obra transcurre en uno de los estudios de Casa Matriz Inc. Agency.
Se ha creado una habitación de soltera, estratégicamente decorada para
que los elementos que contiene puedan mutarse rápidamente o
transformarse en otros. Al igual que los personajes, la escenografia
sufrirá fuertes cambios estilísticos, según la escena que se esté viviendo
adentro. Por eso deberá resolverse con elementos sencillos y mutables.
Hay dos puertas, una de ingreso a la supuesta casa de Bárbara y otra
que da al interior. Hay un perchero con ropa colgada preparado para
las distintas madres e hijas que durante la obra representaran ambas.
Puede haber, según lo estime el escenógrafo, un bar con bebidas. Unas
sillas y una mesa. Puede ser interesante que las luces permitan
demarcar dos zonas afectivas de la obra: una que tiene que ver con la
relación cliente-Madre Sustituta, más bien fría, azulina. La otra más
emocional, impregnada de las pasiones que se desataran según las
escenas. La Madre Sustituta traerá además una maleta personal con
complementos de la ropa que hay en el escenario. Vestida de seda color
salmón. Se oye el Magnificat de Bach. Bárbara se para encima de un
banco con una batuta y de espaldas al publico ¨dirige¨ la orquesta.
Suena el timbre. Ella parece no oírlo, absorta en la música que invade
la habitación. El timbre suena con mas insistencia. Bárbara en un
ataque repentino de furia, rompe la batuta; mágicamente la música
cesa.)
salmón. Se oye el Magnificat de Bach. Bárbara se para encima de un
banco con una batuta y de espaldas al publico ¨dirige¨ la orquesta.
Suena el timbre. Ella parece no oírlo, absorta en la música que invade
la habitación. El timbre suena con mas insistencia. Bárbara en un
ataque repentino de furia, rompe la batuta; mágicamente la música
cesa.)
Bárbara: Era un momento privado, de gran envergadura. Yo había
logrado un encuentro decisivo con lo que algún día, sin duda, llamaría
mi felicidad (Abre con paciencia la puerta.) y usted lógicamente no
tolera la diferencia enajenada del goce.
(Al abrirse la puerta comienza a sonar música hindú. Vestida con ropa
india la Madre Sustituta ingresa hablando ostentosamente.)
Madre Sustituta: ¡Nunca debí creerle! ¡Él era demasiado fuerte,
demasiado hermoso, demasiado moreno! Hacíamos el amor seis veces al
día. Siempre sobre elefantes blancos, bajo un arcoiris de música sacra!
Le encantaba verme sonreír. Querida hija: ¿Alguna vez tuviste un
orgasmo solar? ¿O tus orgasmos sólo han sido lunares? Yo sé que las
madres no debemos hablar de estas cosas con las hijas. Pero nuestra
relación siempre ha sido tan intensa... Si me suicido me gustaría hacerlo
en casa de mi hija. Y ella lo comprendería como un acto de amor. Yo he
comprendido muy tarde la diferencia entre amor y pasión. India es un
buen lugar para perderse para siempre. Yo lo he amado. Creo que no voy
a poder vivir sin él. ¡Es demasiado!!! ¿Por qué no me consolás hijita?
Sos lo único que tengo. Soy una sombra de mi misma en las arenas de la
nada. Me dejó sin decirme una palabra. Y al día siguiente lo vi pasar en
elefante blanco con otra mujer. Voy a morirme de tristeza. Hacé algo
por tu mamá querida. ¡Ayudame a morir con dignidad!!!!
Bárbara: Te queda fantástico es traje mamá. (La besa fríamente.)
¿Cocó Chanel? ¿Qué tal el viaje? Disculpame que no te fui a buscar al
aeropuerto, pero...
(Madre Sustituta cortando el clima anterior, en su carácter de
empleadade casa Matriz. Algo perdida porque no recuerda los detalles
de la madre que debe interpretar.)
Bárbara: A París. Tenés una casa en París, mamá. Y pasás mucho
tiempo ahí. Estás lo más lejos posible de tus hijos. Hace un año que no
nos vemos. Y tengo que aceptar el hecho de ser una hija no querida.
(Bebe angustiada.) ¡Pensar que me pasé todo el año esperando una
miserable tarjeta postal de mi madre! (Bebe whisky.) ¿Pero no le
informaron de todo esto en Casa Matriz?
Madre Sustituta: ¿París? ¿Y nunca una postal? ¿Pero no acabo de
llegar de la India? ¿Usted es la que necesitaba comenzar con una madre
adicta a pasear en elefante, vestida de blanco y con un amante negro?
Bárbara: (Indignada por la ineficiencia de un servicio tan caro.) Yo
jamás contraté ese servicio. ¡No me hace ningún efecto! (Alterada) Yo
no pienso perder mi tiempo y mi dinero con una madre destruida porque
su amante la dejó. ¡Yo pagué por una madre fría y desconsiderada que
me hiciera sentir una!
Madre Sustituta: ¡Así tratan mis grandes entradas operísticas!! ¡En vez
de aplaudirme me humilla! Yo tendría que triunfar en Broadway. Ese es
mi lugar. ¡Ser una estrella de Broadway!
Bárbara: Yo aprecio su esfuerzo shakespereano señora, ¡pero póngase
en mi lugar! Imagínese que pagó para atravesar la barrera del sonido con
sus emociones y no sucede nada de eso.
Madre Sustituta: (Molesta por su gaffe profesiónal.) Tiene razón. Me
confundí. Le sucede a los mejores actores. Le podría contar grandes
errores de Madona o de Meryl Streep sin ir más lejos.
Bárbara: ¿Se equivocó? ¿Y lo dice así, tan ligeramente? Yo aquí
esperando a una gélida madre de París que me destrozara el corazón y
aparece una mujer de la India con el corazón destrozado ¿a la que tengo
para colmo, tengo que contener?
Madre Sustituta: (Perturbada por su error se pone un par de anteojos
para leer y extrae unos papeles de Casa Matriz. Examina los papeles y
se ríe de sí misma.) Oh, sí ¡aquí está! Llego desahuciada de la India
dispuesta a suicidarme en casa de mi hijo y él me salva. La confundí
con un cliente adicto al sufrimiento que tengo que visitar mañana Aquí
está el error ¿quiere leer? (Le muestra a Bárbara sus papeles.) Le pido
disculpas. Estoy excedida de trabajo. Soy una de las Madres Sustitutas
más requeridas y a veces me confundo...
Bárbara: ¿Pero usted se iba a suicidar en mi presencia?
Madre Sustituta: Aquí dice que usted me iba a salvar.
Bárbara: ¡Pero que comienzo de función, un suicidio en mis narices y
para colmo, un suicidio equivocado!
Madre Sustituta: Paramos todo a tiempo, no hubo grandes daños. Usted
sintió alguna emoción y nosotras trabajamos para producir emociones,
aunque sean equivocadas. Perdone pero quisiera estar segura: ¿usted
eligió el plan Be In o el plan Hello My Little Princess?
Bárbara: (Desbordada va y viene por la habitación.) ¡Oh no! Esto es
inhumano. Hace la entrada de la madre que le tiene que hacer mañana a
otro cliente y ¿después me pregunta qué plan contraté? Yo ahorré un año
para llegar a este momento. Junté dólar por dólar para tenerla aquí
conmigo. Venir a Casa Matriz no es fácil para alguien como yo. Y si he
llegado a esto es por...
Madre Sustituta: (La interrumpe abruptamente.) ¡No se le ocurra
decirme por qué contrató este servicio! No forma parte de mi trabajo
escuchar eso. ¡Imagínese si tuviera que escuchar las confesiones de cada
uno de mis clientes! Vaya a un psicoanalista o a un rabino o a un
sacerdote. Yo estoy aquí para hacer bien mi trabajo. Vamos a
concentrarnos en eso.
Bárbara: ¿Me está dando órdenes?
Madre Sustituta: Quiero estar segura de que usted conoce las reglas de
juego.
Bárbara: Yo soy quién tiene que dar las órdenes. Usted me pertenece y
no lo digo en sentido figurado.
Madre Sustituta: ¿Y en qué sentido lo dice entonces?
Bárbara: Lo digo literalmente. Lo digo sobre bases sólidas.
Madre Sustituta (Se ríe de un modo hiriente.) Me parece que la idea
que usted tiene de la solidez es bastante precaria.
Bárbara: ¿De qué se ríe?
Madre Sustituta: Quiero aclararle para que usted se ubique que yo le
pertenezco a usted tanto como a otros.
Bárbara: Yo he pagado por esa pertenencia. No quiero ser vulgar, pero
digamos que la he adquirido.
Madre Sustituta: No quiero decepcionarla pero digamos que hoy me
han adquirido ocho.
Bárbara: ¡Ocho!
Madre Sustituta: Mire, puede comprobarlo usted misma (Le ofrece la
agenda. Bárbara no quiere mirarla.) Corrobore la fecha de hoy. Son
ocho.
Bárbara: ¿Quiere decir que hoy me visita a mí entre otros siete?
Madre Sustituta: Un día de trabajo normal. Ocho clientes.
Bárbara: (Reacciona.) ¿Y quién le ha pedido ese dato? ¿No le parece
promiscuo decirme qué cantidad de hijos pagan hoy para que usted sea
su madre? ¿Quién le ha pedido ese tipo de detalles?
Madre Sustituta: Nadie me los ha pedido. Simplemente creí que...
Bárbara: (Furiosa con ella) ¿En qué parte de nuestro contrato, en qué
cláusula, en qué versículo está escrito que yo quería saber cuántos
clientes tiene que visitar hoy?
Madre Sustituta: En ninguna parte. No se lo dije por atenerme al
contrato, sino porque usted alardeaba de ser mi cliente exclusiva. ¡Y
para colmo mi dueña! Dijo que yo le pertenecía.
Bárbara: ¡Pues bien, lo reafirmo! Usted durante este lapso de tiempo es
mía! Mía. Le guste o no le guste. Mía. Usted es mí Madre Sustituta.
¿Ha entendido bien?
Madre Sustituta: Si está segura de esa pertenencia, ¿por qué le duelen
tanto los otros siete que tengo que visitar hoy?
Bárbara: No me duelen. Simplemente no me interesan, eso es todo.
Madre Sustituta ¿Está segura de que eso es todo?
Bárbara: Indiferencia total. Para mí no existen.
Madre Sustituta: Bueno... para mí si existen. Y no sólo ellos, sino otro
ocho clientes mañana y otros ocho pasado mañana y así sucesivamente.
Multiplique ocho por treinta: doscientos cuarenta clientes al mes. ¿Usted
se imagina satisfacer las demandas de doscientos cuarenta hijos al mes?
¿Sabe que paciencia tengo que tener? ¿Se imagina por ejemplo la
cantidad de madres diferentes que tengo que interpretar? ¿Se imagina la
cantidad de exigencias y demandas delirantes que tengo que satisfacer?
Bárbar: Mire, por el momento no puedo imaginarme nada, porque ni
siquiera ha satisfecho mis más mínimas demandas. Y para colmo
pretende que me apiade de que usted sea una... una... (Esta a punto de
decir prostituta.) una... una...
Madre Sustituta: ¿Una qué?
Bárbara: Una Madre Sustituta, bueno... tan... tan... tan repartida. (Se le
quiebra la voz.) ¿Quiere saber la verdad? ¡Claro que me importan los
otros. ! Los detesto. Me encantaría ser la única. Comprarle las
doscientos cuarenta horas del mes. Si tuviera dinero ahora mismo la
contrataba por un mes seguido.
Madre Sustituta: Esta voracidad no es sólo suya. Tengo comprometido
todo el resto del año. Hay una viciosa como usted que va a llevarme de
vacaciones con ella, para que le actúe miles de madres sustitutas en el
Caribe. Hay una famosa actriz de cine que gasta todo lo que gana para
lograr que yo le asegure que es mi hija favorita. Hay un senador que
paga el triple todos los jueves por mi dedicación exclusiva. Hay una
mujer obesa que me paga solamente para que le cocine sus ravioles
predilectos y... (Interrumpe el recuento.) ¿Pero por qué le estoy
contando todo esto? ¿A usted qué le importa? Usted eligió mi foto entre
otras miles. Hoy no estoy teniendo un buen día, evidentemente. Por que
le estoy hablando de mí, cuando usted contrató una Madre Sustituta?
Ninguno de mis clientes quieren saber nada acerca de mi persona.
Bárbara: ¡No me compare con todos esos pervertidos! Soy diferente.
Madre Sustituta: ¿Diferente en qué? ¿Usted como todos no me querría
los trescientos sesenta y cinco días del año, si tuviera con qué pagarme?
¿O entendí mal?
Bárbara: Me entendió muy bien señora. Debo admitir que logró
despertar en mí intensos sentimientos de celos y exclusión. Usted es una
mujer fascinante. Elegí muy bien. Usted es encantadora aunque haya
que tolerar que se equivoque y que hable de otros.
Madre Sustituta: ¡Ultimamente he despertado grandes pasiones en mis
clientes! ¿Quiere que le describa alguna? Hay un músico de jazz, muy
joven, gay, maravilloso, que mientras bailamos me...
Bárbara: ¡No! No me describa ninguna pasión. No me hable de los
otros clientes. ¡No quiero saber ni siquiera sus nombres! ¡Imagínese si
llego a conocer a alguno!
Madre Sustituta: Por supuesto que conoce a alguno. El viernes tengo
que visitar a un amigo suyo llamado Manuel. Creo que él es su exmarido,
¿verdad?
(Bárbara se abalanza sobre ella y le tapa la boca. Forcejean. Caen al
piso. Bárbara se coloca sobre la madre sustituta y le aprieta
violentamente el cuello.)
Madre Sustituta: ¡Suélteme! Me va a ahorcar. Mire que si me lesiona
va a tener que pagar mucho dinero por mí a Casa Matriz.
(Esta frase asusta a Bárbara. La Madre Sustituta se defiende y domina
la situación. Esta entrenada para la autodefensa. Es evidente que
maneja artes marciales. Hace volar a Bárbara por el aire y en una
sorprendente toma de yudo la inhabilita para defenderse. Bárbara
queda inmovilizada por esta toma.)
Madre Sustituta: (Controlando físicamente la situación) ¿Pasó la crisis
querida?
Bárbara: ¡Parece bien entrenada!
Madre Sustituta: Es parte de nuestra formación. Recibimos
entrenamiento en defensa personal, además de formarnos para actuar,
bailar y cantar. Tenemos que estar dispuestas a todo. No podemos
descuidar ningún detalle.
(Bárbara trata de ingresar en una zona de calma y autocontrol.)
Bárbara No vuelva a mencionarme a mi ex-marido.
Madre Sustituta: De acuerdo. ¿Pero usted no había solicitado sentir
celos? ¡La combinación entre una entrada equivocada y la mención de
otros clientes da siempre excelentes resultados para desatar celos! ¿No
logré realmente sacarla de sí?
Bárbara: ¿Usted intenta hacerme creer que su error fue intencional?
Madre Sustituta: ¡No me diga que usted piensa que realmente me
equivoqué! Bueno... bien... si le gusta así... me equivoqué...
Bárbara: ¿Y la mención a los otros clientes?
Madre Sustituta: Usted me acaba de hacer jurar que no volvería a
hablar de ellos...
Bárbara: Bueno. Me arrepiento de ese pedido. Ahora dígame si
realmente mi ex marido la contrató o si fue una estrategia suya para
hacerme enloquecer de celos.
Madre Sustituta: Imagine lo que quiera. La imaginación es un buen
ejercicio cuando se ha perdido el sentido de la realidad. (Bárbara le da
una bofetada. Madre Sustituta le devuelve otra.) ¡Usted adelantó el
momento de la bofetada! Esto venía después.
Bárbara: Y usted me hizo la entrada pagada por otro. ¿Qué le va a hacer
al otro mañana? ¿La entrada que pagué yo?
Madre Sustituta: ¡Oh no! Le voy a repetir la misma entrada. Ese tipo
de personajes me atraen enormemente. ¡Madre con amantes negros que
llega de la India... me piden tan pocas veces! En cambio la entrada que
usted contrató es un cliché.
Bárbara: Yo alquilé una madre gélida para la entrada, que me hiciera
esperar mucho. Pedí tener tiempo para que se agudicen en mí los
sentimientos fantasmagóricos del desasosiego. No me dejó tiempo para
dudar. ¡Yo necesitaba dudar! ¡Pagué por la incertidumbre de saber si mi
madre vendría o no vendría! Pero usted redujo todo. (Pausa fugaz)
¿Tiene más trabajo después?
Madre Sustituta: No se preocupe por mí. Estoy llena de trabajo.
(Preocupada) ¿Pero usted no llegó a temblar por mí?
Bárbara: Un poco. Si hubiera demorado cinco minutos más y no se
hubiera equivocado de cliente su entrada hubiera sido exitosa.
Madre Sustituta: ¿Exitosa? ¡Mi entrada fue inolvidable! ¡Fue un alarde
de virtuosismo técnico! ¡La combinación entre esa madre y esa hija fue
un verdadero volcán en erupción! Pero usted tiene derecho al reclamo.
¿Quiere que le haga la entrada por la cual pagó?
Bárbara: ¡Por supuesto que quiero la entrada que pagué! Exijo lo
contratado en vuestras oficinas centrales.
Madre Sustituta: Bien. Pero le ruego que previamente aclaremos qué
quiere. (Toma un block y se dispone a tomar nota puntual de lo que
Bárbara le dicta.)
Bárbara: (Buscando exactamente las palabras) Quiero una madre
hierática, que me haga estremecer de desasosiego. Una madre helada
como el hielo.
Madre Sustituta (Anotando) ¡Las cosas que nos piden que hagamos!
Bárbara Distante, imprevisible, fantasmática, mala. Demoníaca.
Madre Sustituta: ¡Un carácter delicioso!
Bárbara: Yo pagué por esperar. Yo pagué por padecer. ¡Hace tanto
tiempo que deseaba esperar a mi madre! Yo pagué por una madre que
me hiciera sufrir por sus continuas inasistencias a nuestras citas.
Madre Sustituta: (Relee y memoriza.) Muy bien. Serán satisfechas
todas sus demandas. Hagamos de cuenta que todavía no he llegado.
Adiós Bárbara.
Bárbara: Adiós señora.
(Madre Sustituta sale. Las luces descienden. El espacio queda en
penumbras. En esas tinieblas Bárbara intenta recuperar la atmósfera
del comienzo. Vuelve a poner El Magnificat de Bach, toma la batuta.
Intenta dirigir la supuesta orquesta. Se da cuenta de que puede volver al
comienzo como si nada hubiera sucedido. Interrumpe la música.)
Bárbara: Hemos cometido un error al querer empezar de cero. Yo ya la
conozco. Ya me he decepcionado. Este simulacro de entrada no sirve.
Vuelva de una vez y sigamos con la madre siguiente. (Camina ansiosa
por el set.) ¿Se habrá hartado de mí? Esto es inaceptable. Ella no puede
hacerme esperar así. Estamos perdiendo un tiempo precioso. (Abre la
puerta de entrada esperando encontrarla allí. No está.) Estamos
perdiendo un tiempo precioso. Admito que no la traté bien. Fue todo
culpa mía. Ella tiene sus límites y yo fui muy dura con ella. La humillé
y ahora se fue. Ella es realmente muy buena actriz. La entrada
equivocada fue maravillosa. Es realmente única. ¿Por qué no fui capaz
de decírselo? (La madre entra con un talleur muy elegante. Tiene un
sombrerito y un par de guantes que no se quitara en toda la escena.)
Bárbara: ¡Mamá! ¡Todo un año sin vernos! (La abraza.)
Madre Sustituta: (Fría. Distante. Empuja a Bárbara para alejarla de
sí.) Ahorrame las efusiones por favor. Veo que todavía recibís a las
personas con besos.
Bárbara: Disculpame mamá. Es que hace tanto tiempo! Pasá por
favor... Tengo tantas ganas de que veas mi casa...
(La Madre Sustituta no mira la casa, se sienta muy tensa en el borde de
una silla. Saca un espejito de la cartera para chequear su maquillaje.)
Madre Sustituta (Trata de quitarse el efecto del beso en su cara.) ¿Me
corriste el maquillaje de las mejillas?
Bárbara: Estás preciosa Mamy. ¿Que tal tu París? ¿Por qué nunca me
escribiste? ¿Me extrañaste en algún momento? ¿Pensaste en mí en
algún momento? ¿Por qué no me llamaste para Navidad o para Año
Nuevo?
Madre Sustituta: No puedo contestar todas esas preguntas al mismo
tiempo, María. Ni siquiera entiendo qué me estás preguntando.
Bárbara: Yo no soy María mamá. Soy Bárbara.
Madre Sustituta: (Saca el regalo de su cartera.) Te traje tu perfume
predilecto. Eau Savage para hombre. (Se lo da.)
Bárbara: Este es el perfume predilecto de mi hermano Guillermo. El
mío es Samsara de Guerlein.
Madre Sustituta: Qué hija desagradecida. Crucé el Océano Atlántico
únicamente para traerte tu perfume favorito y ahora tratás de
confundirme con tus hermanos, María.
Bárbara: (Angustiada) Mamá... mirame a los ojos. Soy tu hija Bárbara.
Te quiero mama, te quiero mucho. Estoy muy feliz de que me hayas
venido a visitar. Esperé mucho tiempo para tener el privilegio de estar a
solas con vos. (La toma de las manos afectuosamente. La madre se
irrita por el contacto.)
Madre Sustituta: Todo este manoseo me pone muy nerviosa. ¿Podrías
evitarlo? ¿Así que querías estar a solas conmigo? ¿Para qué?
Bárbara: (Bárbara vuelve a tomar las manos enguantadas de su madre,
que se las deja tiesas.) Quería decirte que te amo. Para mí era
importarte poder decirte eso. Te amo mamá.
Madre Sustituta: (Le retira las manos.) Bien. Ahora sé que me amás,
María. (Se aleja físicamente de su hija.)
Bárbara: ¡No vuelvas a llamarme María! María es mi hermana. Yo soy
Bárbara.
Madre Sustituta: Ya lo sé. No tengo ninguna duda de que no sos María.
María nunca me hubiera tenido quieta en una silla para decirme todas
esas tonterías. ¡Te amo mamita y para mi es muy importante (Cruel y
sarcástica) que lo sepas, etcétera...¡ María nunca me hubiera apretado
las manos. Nunca. Ella sabe que todo ese tipo de manifestaciones no
me parecen higiénicas. (Se pone de pie.) María nunca me hubiera
besado de esa manera. ¿Hay algo menos elegante que apoyar tus labios
en las mejillas de la persona que tienes más a mano y oprimirla,
produciendo ese desagradable sonido? (Imita un sonido de beso muy
desagradable.) Devolveme el perfume. Se lo voy a dar a Guillermo.
Prometo no equivocarme el próximo año cuando te visite nuevamente.
(Bárbara le devuelve el perfume.)
Bárbara: ¡Esta es la primera vez que te acordás de traerme un regalo
para mí cumpleaños mamá, y me trajiste un regalo equivocado!
Siempre hacés lo mismo mamá. Siempre me das a mí los regalos para
Guillermo y a Guillermo los regalos para María y a María los regalos
para Genoveva.
Madre Sustituta: (Divertida) ¿Hago eso? Qué encantador. Esa
distracción que tengo me parece simpátiquisima.
Bárbara: Cambié todos los colores de mi casa especialmente para vos.
Mirá por lo menos mi casa si no podés mirarme a mí.
Madre Sustituta (Sin mirar) Quedó preciosa tu casa, María.
Bárbara: Bárbara.
Madre Sustituta: Quedó bárbara tu casa, María.
Bárbara: No, no. (Saliendo del personaje y reclamando como clienta)
Le dije veinte veces que mi nombre es Bárbara. No quiero ser dura con
usted, pero ya casi más que gélida, parece amnésica, señora.
Madre Sustituta: Tengo amnesia emocional. No sé a quién amo.
Bárbara: (Vuelve al personaje.) ¿Entonces no sabés si me querés?
Madre Sustituta ¿Yo? Quererte... ¿Yo te quiero?
Bárbara: (Como cliente) Excelente. Lo ha logrado... Nunca me sentí
peor.
Madre Sustituta: ¿Y no era eso lo que quería?
Bárbara: Sí, sí. Muchas gracias. Nunca me sentí tan bien de sentirme
tan mal.
Madre Sustituta: ¿Se sintió la hija de una mujer de hielo?
Bárbara: Sí. La sentí mala, cruel, helada.
Madre Sustituta: Puedo ser mucho más terrible. Se necesita grandeza
para el mal y yo la tengo (Se saca el cinturón a modo de látigo.) Me
encanta encarnar madres demoníacas.
Bárbara: Para mí ha sido suficiente. No quisiera más crueldad.
(Madre Sustituta guarda su cinturón.)
Madre Sustituta: Es una pena que no quiera profundizar en el mal.
Amo las madres sádicas.
Bárbara: Suficiente.
Madre Sustituta: ¿Hemos alcanzado el punto de desesperación que
contrató?
Bárbara: Sí. Ahora usted debería reprocharme por no haber sido
suficientemente bárbara.
Madre Sustituta: Eso se lo dejo a la próxima madre.
(La Madre Sustituta sale de escena. Se escucha una canzonetta
napolitana. Entra al escenario ropa colgada de sogas para que parezca
más humilde. Exterior. Terraza. Barrio de inmigrantes italianos.
Bárbara se adecua poniéndose debajo de su falda un almohadón que
simula un embarazo. Cambia su estilo por el de una humilde muchacha
de barrio embarazada y con una mamma que la llena de reproches.
Entra la madre sustituta con ropa mojada para colgar en los broches.
Bárbara la ayuda.)
Madre Sustituta: (Con un dejo de acento siciliano) Mabelita te tendrías
que haber llamado. Mabelita como quería tu padre. Pero se me ocurrió
ponerte Bárbara. Y ese nombre te trajo mala suerte. Nadie en este barrio
se llama Bárbara. Bárbara es un nombre de persona fina, exitosa. ¡Mirá
que exitosa resultaste! ¡Y sobre todo qué fina! ¡Maldigo el día en que
se me ocurrió ponerte Bárbara!
Bárbara: (Sosteniéndose la cintura porque le pesa el embarazo) Yo
también lo maldigo. Me obligaste con el nombre a fracasar.
Madre Sustituta: ¡Te hubieras casado con el diplomático ése que
conociste en casa de esa amiga sofisticada que tenías! Hoy sí que
estarías gloria. ¡Pero te casaste con El Poroto! Te llenó de hijos, no
trabaja, y todos viven pidiéndome dinero a mí. ¿Qué le viste al Poroto
nena?
Bárbara: El fue el único en la vida que me dijo, ¡Qué gloria que sos,
Bárbara! Estábamos nadando y le vi esas piernas musculosas que tiene.
¡Dios mío, qué bien estaba! Y cuando se secaba despacito con la toalla.
Mamma yo me sentí suya para siempre.
Madre Sustituta: ¡Ay nena! Ahora estás llena de chicos, él ni te mira y
vive protestando porque no le doy bastante dinero para las carreras.
Bárbara: Cada vez que te pido dinero me tirás mis fracasos en la cara.
Madre Sustituta (Le da dinero que saca del corpiño.) Aquí tenés otros
500 dólares. Pero no se te ocurra dárselos a él. Son para mis nietos.
Bárbara: (Guarda el dinero en su corpiño.) Gracias mamma... No puedo
salir a trabajar hasta que no tenga mi bebé. Me siento tan sola.
Madre Sustituta: Pero seguís teniendo hijos con El Poroto!
Bárbara: Es que todavía me sigue diciendo, Qué bárbara que sos
Bárbara. Y estoy perdida. ¿Cómo puede un hombre volverte tan loca?
Madre Sustituta: ¿Un hombre? ¿Volverme loca?¿ A mí? (Hace la señal
de la cruz.) Todo el mundo sabe que tu padre nunca me vio desnuda!!
Siempre me dejaba el camisón cuando hacíamos la porquería. Y lo
hacíamos por él. No porque a mí me gustara como a vos. ¡Dios!!!
¡Perderte un diplomático por El Poroto!
Bárbara: (Demanda como cliente.) ¡Usted me está tratando cómo una
idiota!
Madre Sustituta: Usted pidió en su plan una madre decalificadora,
jodida, que hace reproches. Y ahora que la tiene ¿se queja?
Bárbara: La madre que está haciendo es perfecta. Lo que no concuerda
es el aspecto sociológico de su planteo. ¿Dónde pude yo haber conocido
un diplomático? El barrio limita mucho. ¿Qué diplomático viene a un
barrio de inmigrantes sicilianos a buscar novia?
Madre Sustituta: ¡Dije que lo habías conocido en casa de una amiga
sofisticada!
Bárbara: Quiero que insista en el punto en que se arrepiente de haberme
puesto el nombre Bárbara.
Madre Sustituta: (Retomando la mamma italiana) Maledetta la hora en
que te llamé Bárbara! Te encantaba escribir y te dedicás a vender
caramelos. Te atraía un Diplomático y te casate con El Poroto. Querías
ser hermosa y me saliste bizca y con las piernas torcidas!
Bárbara: Vos tenés las piernas torcidas. ¡Mirá como caminás
arrastrando esas pantuflas!
Madre Sustituta: Las piernas torcidas las heredaste de mí. Pero esos
ojos con forma de huevo los heredaste de tu padre. Te quedaste con lo
peor de los dos.
Bárbara: Hoy es mi cumpleaños mamá. ¿Cómo podés tratarme así?
Madre Sustituta: (Interrumpe la escena. Vuelve a ser la empleada de
Casa Matriz.) Usted pagó para que esta madre la tratara así.
Bárbara: Le hablaba a mi madre señora. No estoy cuestionando su
profesionalismo.
Madre Sustituta: Bien, continuemos... (Recupera el personaje.)
Concentración...
Bárbara: Estaba sumergida en la escena ¿Por qué la interrumpió?
Madre Sustituta Tu cumpleaños... ¡El día que naciste fue uno de los
más negros de mi vida!
Bárbara: (Interrumpe la escena.) Yo no pagué para que me dijera eso.
Revise el contrato. Hoy es realmente mi cumpleaños señora. Y me estoy
regalando un service de Casa Matriz. Usted es un regalo que me hice
para mi cumpleaños.
Madre Sustituta: Un regalo... yo... un regalo. (Le desagrada la idea de
ser un objeto de regalo.) Pasemos a otra madre... A esta le duele la
cintura.
(La Madre se va con la palangana de ropa mojada. La ropa colgada
sale de escena. Bárbara se quita el almohadon de embarazada. Se pone
un impermeable empapado y abre un paraguas. Se moja la cara para
simular lluvia. Recoge libros y se pone anteojos para tener un aspecto
de intelectual. Su personalidad se adapta al cambio. La luz da una
sensación de estación de tren. En off se escucha la voz de la madre.
Tiene un dejo de acento ruso. Es una idische mameuna típica madre
Judía. Bárbara está sola, leyendo una carta. Ella busca sentarse en un
rincón de la supuesta estación de tren. En off se escucha la voz de la
madre. Bárbara no verá entrar a la Madre Sustituta.)
Bárbara: Hijita mía tanto tiempo sin recibir noticias tuyas! Pero ahora
ya no puedo postergar mi necesidad de verte. Esta es la última carta que
te escribo antes de que nos veamos. Pues, mañana llegaré a la ciudad. Te
ruego que vengas a buscarme a la estación de tren. Sé que esto te
presupone una molestia pero tengo algo muy importante que decirte y
prefiero decírtelo personalmente. Llegaré en el tren de las nueve de la
noche. Te adora y siempre te adorará.. Tu madre.
(Se escucha el ruido de un tren que llega. Bajan los pasajeros y se van.
Por detrás de Bárbara entra la madre en silla de ruedas, toda enyesada
de pies a cabeza, excepto el rostro que asoma por debajo del yeso de la
cabeza. Bárbara al verla se queda totalmente shockeada. Tira al suelo
los libros y la carta y se abraza a las piernas de la madre.)
Bárbara: Mamita, mamá...qué te ha sucedido? Oh mamá!
Madre Sustituta: (Acerca la cara a Bárbara para que pueda darle un
beso en la porción de rostro que asoma en el vendaje.) Nada importante
querida. ¿Tus estudios como marchan?
Bárbara: (Muy angustiada de verla así.) Por qué nadie me avisó?
Madre Sustituta: Levantate. Levantate meidele. No puedo verte si estás
agachada. Te traje unos bagels. (Le acerca como puede el paquete de
comida.) Esta vez no los hice yo, los hizo tu tía Sarah. No son tan ricos
como los míos, pero no están mal. (Bárbara abre el paquete y se los
come con ansiedad.) Ves, ves. Estás con hambre. ¡Hasta los bagels de
Sarah te resultan deliciosos con hambre!
Bárbara: Están riquísimos. ¿Tuviste un accidente?
Madre Sustituta: No hablemos de mí. Fue un golpecito sin importancia.
Hablemos de cosas interesantes. Hablemos de tu pasión por la
Ontología.
Bárbara: ¡Un golpecito sin importancia! ¡Te rompiste todos los huesos,
Mamá! ¡Quiero saber cómo te hiciste todo este desastre!
Madre Sustituta: Trabajando.
Bárbara: ¿Trabajando en la bombonería?
Madre Sustituta: Ese lugar cerró. Y tuve que buscar otro trabajo para
poder enviarte dinero.
Bárbara: ¿Qué clase de trabajo mamá?
Madre Sustituta: Limpio cristales en los altos rascacielos. Nadie quiere
hacer ese tipo de tarea. Pero a mí me encanta estar ahí, colgada en el
andamio, al aire libre, tocando el cielo con las manos. Tenía la
maravillosa impresión de estar volando. Y me caí del tercer piso. No
tiene ninguna importancia. Lo hice por la Ontología, por vos. Limpiaba
y pensaba que mi hija Bárbara gracias a mi trabajo pronto sería Doctora
en Ontología. ¡Eso me daba fuerzas! ¡Mi Barbarita, Doctora en
Ontología!
Bárbara: Están riquísimos. ¿Tuviste un accidente?
Madre Sustituta: ¿A quien le puede interesar, finalmente, lo que puede
pasarme a mí?
Bárbara: ¡A mí, por supuesto!
Madre Sustituta: No hablemos de mí. Fue una golpecito sin
importancia. Hablemos de cosas interesantes. Hablemos de tu pasión por
la Ontología.
Bárbara: Un golpecito sin importancia: ¡te rompiste todos los huesos
mamá! ¡Quiero saber como te hiciste todo este desastre!
Bárbara: ¿Desde cuándo limpiás cristales en las ventanas de los
rascacielos?
Madre Sustituta: ¡Sabía que te ibas a enojar, por eso no te lo quería
decir!
Bárbara: ¿Desde cuándo arriesgás tu vida así?
Madre Sustituta: Desde hace cinco años que te miento. Lo hice todo por
tus estudios. Yo no tengo ninguna importancia.
Bárbara: ¿Limpiando cristales en los edificios para que yo estudie? Yo
no quiero que hagas esas cosas por mí. No quiero que me envíes un solo
centavo más mamá. Sos demasiado buena. Mucho más buena que yo.
Madre Sustituta: Oh, dejame ayudarte. Bárbara. Puedo pegar sellos
postales en la Oficina de Correos. No me he roto la lengua. (Saca la
lengua.) Pagan poco por poner la lengua, pero es mejor que nada. (Saca
una bolsita con dinero.) Mirá ahorré un poco de dinero para vos,
Bárbarita. No es mucho, pero la sola idea de que te pueda servir, me
alcanza. No lo desprecies. Una madre enyesada que trabaja con la
lengua, merece tu compasión.
(Bárbara toma el dinero emocionada. Se arrodilla y besa las manos
enyesadas de su madre. Apoya la cabeza sobre el regazo de la mamá.
La madre canta una bella canción de cuna en idisch, muy popular y
conocida. Bárbara tararea con ella.)
Bárbara: Mamá. me siento tan culpable....Es horrible, siento como si yo
te hubiera empujado al abismo.
Madre Sustituta: Lo hago con gusto, no te preocupes.
Bárbara: ¿Cómo no voy a preocuparme? (La contempla con mucha
culpa.) Mira como estás por culpa mía. Me siento culpable, culpable de
haber nacido. Culpable de estar viva.
(Comienza a mover la silla de ruedas de su madre. La Madre Sustituta
da por terminada la escena. Pega un salto de la silla. Camina con los
yesos por el escenario.)
Madre Sustituta: Bien. Me ha salido muy bien, como siempre. La idishe
mame es uno de mis grandes éxitos. Surte efecto. Cada vez que solicitan
culpa yo la actúo con gran suceso. Surte efecto. ¡Mire como la dejé! ¿O
me va a decir que no sintió una terrible culpa?
Bárbara: (Asiente.) ¡Sentí una culpa tremenda!
Madre Sustituta: (Se quita los yesos con energía.) ¿Me ayuda a
desenyesarme la cabeza?
Bárbara: (La ayuda.) Sentí una culpa sin salida...
Madre Sustituta: Oh no la culpa sin salida viene ahora. ¿Usted
encargó la muerte de la madre verdad?
Bárbara: (Asustada) La puedo liberar de hacer ese rol si no lo desea...
Madre Sustituta: Oh no me libere de nada! Me encanta el rol de muerta.
(Se pone una larga camisa fúnebre. Se maquilla de blanco la cara.
Bárbara se pone ropa negra de luto. Llora.) ¿Me morí de muerte súbita?
Bárbara Completamente súbita. Necesito sentir ese impacto.
Bárbara Completamente súbita. Necesito sentir ese impacto.
(La madre ha preparado la cama fúnebre. Muere de golpe sobre el
lecho. Tiene flores entre sus manos. Un crucifijo aparece sobre la cama.
Las luces cambian hacia tonalidades más blanquecinas. Suena música
fúnebre. Bárbara se queda a solas con su madre muerta.)
Bárbara: Qué hermosa estás mamá. Cuánto te ha embellecido la muerte.
Siempre he tratado de ser la más madura de las dos, la más serena de las
dos. Mamá, cómo me gustaba caminar contigo del brazo bajo la lluvia.
Cómo disfrutaba de tu compañía en el campo, cuando andábamos juntas
a caballo. Aunque siempre terminábamos peleándonos. No eran peleas
profundas. ¿Verdad mamá? Mamá... yo nunca te dije claramente... yo
nunca te dije yo nunca te dije que... te amaba (Se acerca a su madre.)
Nunca me permití besarte... (La besa.) Nunca pude estar cerca tuyo, ni
dejé que te acercaras a mí. (La besa más.) Nunca, nunca. ¿Cómo pude
hacerte eso, mamá? (Llora desconsoladamente.) ¡Contestame mamá!
Decime que a pesar de todo me quisiste. Quiero volver a oír tu voz.
Decime algo reconfortante mamá. Abrí los ojos, por Dios. (Agita a la
madre enérgicamente como si en vez de muerta estuviera desmayada.)
Decime que todavía estamos a tiempo. Regresá mamá y dame una
oportunidad de ser diferente con vos. (La toma de la cabeza y la sacude
sin dar crédito a su muerte.) Decime que sí, que todavía tenemos
tiempo. Sólo te pido un poco de tiempo mamá. Tiempo nada más.
Tiempo. ¡Dame un poco de tiempo mamá!
Madre Sustituta: (Abre los ojos. Se sienta en la cama.) ¿Tiempo para
qué?
Bárbara: (La suelta bruscamente.) ¡Los muertos no hablan, señora!
Madre Sustituta: Pero usted me está atosigando de preguntas querida.
Bárbara: Los muertos no responden preguntas señora! (Acusándola)
¡Rompió el misterio! Profanó lo más sagrado. ¡Arruinó la muerte de la
madre! ¡Y con lo bien que venía todo! ¡Con lo mucho que estaba
sintiendo yo! Me estaba cayendo en un abismo. ¡Estaba indagando mi
propia dimensión trágica, señora mía! ¡Usted no tiene ningún respeto
por mis emociones profundas! Usted frivoliza todo.
Madre Sustituta: Mire. Ya le hemos dado bastante tiempo a la madre
muerta.. Hay otras madres esperando, mucho más divertidas.
Bárbara: Aquí la que se tiene que divertir soy yo. Y como esta
diversión tan particular cuesta mucho dinero, usted debe cumplir con su
responsabilidad. Vuélvase a morir si es tan amable.
(La madre de mala gana vuelve a acostarse. Se sienta.)
Madre Sustituta: Yo me vuelvo a morir, pero usted no me bombardee
con preguntas.
Bárbara: Pero son preguntas sin respuesta. Justamente las preguntas sin
respuesta nos permiten cruzar al otro lado. Conocer un tipo de soledad
casi absoluta. Yo no le estoy formulando preguntas que esperan ser
respondidas. (La madre vuelve a morirse.) Bárbara (Vuelve a llorar.)
Mamá. Mamá necesito decirte que, que,... que (Se interrumpe.) No se
me ocurre nada para decir. ¡La interrupción fue terrible!
Madre Sustituta: ¡Por fin! (Se quita la ropa fúnebre.) ¡Por fin!
Atravesamos la muerte, ahora nos toca festejar la vida. ¡Feliz
Cumpleaños Bárbara!
(La madre sale de escena con una mesa de cumpleaños, llena de masas,
tortas, bombones. Hay una torta con 30 velitas. Por encima de la mesa
cuelgan globos y un cartel donde dice ¡Happy birthday Bárbara! Clima
festivo que contrasta con el anterior. Bárbara se viste con un vestido
precioso, muy festivo. La Madre toca el timbre por la puerta de entrada.
Bárbara le abre con una enorme sonrisa. La Madre llega con un
vestido con lunares, muy llamativo y una preciosa caja con moño rojo
conteniendo el regalo de cumpleaños para Bárbara.)
conteniendo el regalo de cumpleaños para Bárbara.)
Madre Sustituta: (Canta.) ¡Qué cumplas feliz! ¡Qué los cumplas
feliz! Mi preciosa Barbarita. ¡Qué los cumplas feliz!
(Bárbara también canta a duo con ella. Abre el regalo que le
trajemadre. Es un vestido idéntico al que la madre tiene puesto.)
Bárbara: Mamá, es divino. (Se lo pone encima del que tiene puesto.)
¡Parecemos mellizas! (Festejan con un abrazo. Bárbara trae un teclado
y tocan el piano a cuatro manos. Cantan juntas una canción de amor.
Mirando cantar a su madre) Mamá, me hace tan feliz escucharte cantar!
Madre Sustituta: Me imagino. (Encantada de sí misma.)
Bárbara: (Interrumpe el juego.) No señora. ¡Yo no pagué para que
usted se vanagloriara de sí misma!
Madre Sustituta: ¡Es que me imagino que a usted yo le encanto!
Bárbara: Pero de paso, se publicitaba a usted misma. ¡Nunca debió decir
me imagino cuando le dije que escucharla cantar me hacía feliz!
Madre Sustituta: (Soluciona el problema.) Cambio la respuesta..
Dígalo de nuevo.
Bárbara: Mamá, ¡me hace tan feliz escucharte cantar!
Madre Sustituta: Bárbara, ¡lo mejor que te pasó fue tenerte a ti!
Bárbara: ¡Eso ya me lo dijo antes y mucho mejor formulado!
Madre Sustituta: (Intenta no impacientarse.) Bárbara, ¿sabés que tu
nacimiento le dio sentido a mi existencia?
Bárbara: Me imagino.
Madre Sustituta: (Corta.) Usted tampoco puede decir me imagino.
Todas las hijas piensan que le arruinaron la vida a su madre.
Bárbara: ¡No con una madre así! Yo a esa madre la contraté para darle
sentido a su vida. Es un pequeño lujo que me quiero dar.
Madre Sustitua: (Retomando la parte de madre encantadora) Bárbara,
¡luz de mi vida! Darte la vida le dio sentido a mi efímera existencia.
Bárbara: Su tono es distante, sarcástico, con un dejo algo profesiónal.
Se supone que usted tiene que hacerme olvidar que lo está haciendo por
dinero, sino no tiene gracia. Construya mejor las frases. Explicite.
Madre Sustituta: (Bien dispuesta) Mi hija Bárbara es absolutamente
insustituible.
Bárbara: (Feliz) ¿Verdad que soy insustituible, mamá?
Madre Sustituta: Sí. (Angustiada por su profesión de Madre Sustituta)
insustituible. ¡No como yo que soy una Madre Sustituta! Absolutamente
sustituible. (Una pausa extraña. La Madre Sustituta se recupera.
Abraza a Bárbara.) Perdón... (Retoma.) Sí mi amor, sos insustituible,
singular hasta en la forma de ser común, original hasta en tus obviedades,
y sobre todo, sos una gran persona.
Bárbara: Repita esas palabras. Costaron muchos dólares.
Madre Sustituta: Sos la mejor persona que he conocido en mi vida.
Bárbara: Basta. Ya ni yo lo creo. (Se aleja de ella.) Usted hace todo un
poco excesivo hasta volverlo asfixiante.
Madre Sustituta: Estamos instruidas para eso. Nuestra formación exige
un cierto plus. Si no nadie contrataría una Madre Sustituta. El cliente se
quedaría con su madre naturalista real. No podemos, no debemos caer en
el realismo de las madres que nuestros clientes ya tienen.
Bárbara: Entonces quizás todavía no hemos dado en la tecla de mis
necesidades.
Madre Sustituta: Quizás el programa de madres que usted eligió no sea
el adecuado. O quizás yo no sea la empleada adecuada para salir al
encuentro de sus necesidades.
Bárbara: (Repentinamente) No perdamos el tiempo. Comience a ordenar
esta habitación. Esmérese en poner orden en toda la casa. ¡Poblemos de
atraso y sometimiento esta relación!
Madre Sustituta: (Resistente, furiosa, consulta el plan.) Todos, pero
absolutamente todos, necesitan verme en la más triste de las
servidumbres¡ ¡Nunca me salvo de limpiarles la casa! ¡Este trabajo de
Madre Sustituta tiene aspectos francamente denigrantes. Esto ya lo
hemos discutido en las reuniones de nuestro Sindicato.
(Bárbara se cruza de brazos, despótica, implacable. La Madre Sustituta
se coloca una peluca desgreñada sujeta a la cabeza con un pañuelo a
lunares. Un vestido negro abotonado, medias negras y zapatillas. Saca
de una maleta plumero, escoba, franela y todo tipo de elementos de
limpieza. Suena un tango. Madre Sustituta ordena la habitación en
silencio mientras Bárbara frente al espejo se cepilla el cabello.)
Madre Sustituta: ¿Vas a salir otra vez con ese sinvergüenza?
Bárbara: No te metas en mis asuntos mamá.
Madre Sustituta: (Barre.) ¡Pero si vos sos lo único que me queda! Mi
hijo mayor fugado por estafas; Beatriz, ¡tu hermana se enamoró de un
guerrillero en plena dictadura militar! Ni una foto de ella me dejaron
para llorarla... Y vos hijita ( Madre Sustituta suspira y trabaja.)
Bárbara: ¿Me planchaste el vestido fucsia? (La madre le trae
solicitamente el vestido planchadísimo.) ¡Te dije que le pusieras apresto!
Madre Sustituta: (Asustada) ¡Es que queda mucho más elegante!
Bárbara: (Le grita.) Yo quiero estar sexy, no elegante mamá...(Arruga el
traje.). Me tenés harta mamá! (Deshace la cama. La madre vuelve a
hacerla de inmediato.) ¿Para qué hacés la cama? A Marcelo le gusta
coger con la cama revuelta. (Desordena una cajonera. Tira toda la
ropa. La Madre Sustituta vuelve a poner orden a una velocidad inusitada
en camara ligera.)
Madre Sustituta: Hijita mía... ¿estás comiendo bien? ¿Qué te pasa?
(Lamentando) ¡Si tu padre no se hubiera escapado por la puerta de atrás!
Bárbara: (Feróz) ¡Se escapó con tu hermana, mamá!
Madre Sustituta: Y bueno... mi hermana siempre fue más atractiva que
yo...(Bárbara se calza un pantalón ajustado y una musculosa muy
provocativa) Vos no podés salir así a la calle.
Bárbara: Yo salgo a la calle como quiero. ¿O querés que me vista de
portera como vos?
(La Madre Sustituta vuelve a hacer la cama. Bárbara toma whisky.)
Madre Sustituta (Con un hilo de voz) ¿Estás tomando otra vez? ¡Me
dijiste que habías dejado!
Bárbara: (La enfrenta.) Te mentí. ¡Me divierte mentirte, vieja! Es lindo
ver como te crees todo. (Pausa) Estoy embarazada, mamá.
Madre Sustituta: (Llorando) Hijita mía, sentate. ¿Y de cuántos meses
estás?
Bárbara: De tres.
Madre Sustituta: Pero ese hombre es casado. ¿Cómo pudo hacerte
eso?
Bárbara: No sé si me lo hizo él. No sé de quién es ese hijo.
Madre Sustituta: (Temblando) Entonces te acostás con más de uno.
Bárbara: (Rompe el juego.) Es obvio señora, que si le digo que no sé de
quién es ese hijo, es porque me acuesto con más de uno. ¡Además usted
prometió sufrir!
Madre Sustituta: (Profesiónal) Estoy padeciendo enormemente.
¿Quiere que exteriorice?
Bárbara: Por supuesto señora, es mi cumpleaños. ¿Qué mejor regalo que
una madre sumisa que exteriorice su sufrimiento?
(Madre Sustituta vuelve al personaje y llora estrepitosamente. Bárbara
pone a sonar un rock para tapar el llanto.)
Bárbara: No soporto tu llanto mamá. ¿Por qué llorás? Si la que está
jodida soy yo. ¿Por qué no me ayudás a buscar soluciones en vez de
derramar lágrimas sobre mis sábanas? Vos me hiciste así. Ahora bancate
a esta nena de treinta años que no quiere largar la adolescencia y sigue
atada a la falda de su mamá.
Madre Sustituta: (Madre Sustituta llora copiosamente con verdaderas
lágrimas. Después interrumpe. En tono profesiónal, altamente
competente). Venga, acérquese señorita... (Bárbara se acerca.) Son
lágrimas de verdad. Toque. (Bárbara toca y comprueba.) No puede
reclamar un efecto más trágico. Soy la Mater Sufriente por excelencia.
Vestida de negro, limpiando, llorando, con una hija alcohólica y
embarazada. Soy La Gran Madre Sufriente. Soy la madre consagrada
por el Tango. La literatura se ha ocupado vastamente de mí. Soy una
madre bíblica: Parirás con dolor . Soy la Santa Madrecita. Mire qué
lagrimones.
Bárbara: Se ve que conoce muy bien este tipo de madres.
Madre Sustituta: Es muy requerida por la clientela de Casa Matriz.
¡Todos quieren ser hijos rebeldes! Y rebelarse contra tanta sumisión es
muy sencillo. (Corta este personaje haciendo un desafio personal.)Yo la
desafío a rebelarse contra una madre emancipada. O contra una
intelectual de gran prestigio. O simplemente, contra una diva
internacional. (Revuelve su maleta.) Tengo todos los atuendos intactos.
¡Estas madres las piden poco! Todos buscan la cosa facilona, denigrable.
Les gusta verme llorar, porque se sienten libres, rebeldes, jóvenes. Pero
no les gusta verme reír. ¿Quién paga por verme gozar? ¡Nadie contrata
una madre que la pasa bien! ¡Yo la desafío a rebelarse contra una madre
que se divierta, señorita mía!
(El lugar en el estudio de una escritora de teatro: libros, cuadros,
computadora, papeles revueltos. Cuando se van entra con llave propia la
Madre Sustituta. Madre Sustituta se cambia. Se quita la ropa negra. Se
transforma diametralmente. Se convierte en una mujer internacional,
viajada, exitosa, divina. Lleva una capelina esplendida, un zorro al
cuello, camina como una modelo, imprime ritmo. Velocidad a todo.
Tiene hermosas alhajas de buen gusto. Clase. Bárbara se deja el mismo
pantalon ajustado con la musculosa del personaje anterior.)
Madre Sustituta: (Irrumpe.) Te queda espléndido ese look zafado.
¿Abortaste o vas a tener el chico?
Bárbara: (Se adapta rapidamente.) Lo perdí. No vas a ser abuela.
Quedate tranquila, ¡Te acabás de hacer un lifting y yo iba a darte un
nieto!
Madre Sustituta: Reconocé que era una mala jugada... Además, estoy
saliendo con un tipo tan joven... y vos y yo odiamos la norma general.
Bárbara No decidas mis odios, mamá.
Madre Sustituta: ¿Tenés whisky en este antro rosado? (Bárbara le da.)
Es el cuarto que tomo en la mañana de hoy. Demos el día por perdido.
¿No vas a emborracharte conmigo mi vida? Hace tanto que no nos
vemos. (Bárbara se sirve. Beben.) ¿Terminaste tu obra de teatro?
Bárbara: ¿Cuál?
Madre Sustituta: Esa que me tiene a mí de protagonista. ¡Qué bien me
retrataste! Las escenas que me mandaste por correo a mi oficina de New
York me resultaron desopilantes. Me tenés calada. Despótica, maléfica,
fascinadora, divina. Hasta me ponías esta capelina y este zorro. Desde
que lo leí en tu obra no me los saco ni para viajar en avión. Los
encuentro tan teatrales. Me dan otro andar. (Camina de aquí para allá.)
En la obra vos dudabas de que yo fuera realmente tu madre? ¿Han
logrado confundirte vida mía?
Bárbara: Si, la terminé. Ya la están ensayando.
Madre Sustituta: ¡Te la arrebataron de la mano! También, con ese
personaje central. ¿Y quién hace de mí?
Bárbara: Glenn Close.
Madre Sustituta: Espléndida actriz. Pero no da el tipo. Quiero decir, con
todo respeto por Glenn Close, yo podría enseñarle algunos trucos para
parecerse más a mí. No quiero sugerirle que tome el modelo real. Eso es
inalcanzable. Es mejor que me reinvente. Pero hay ciertas claves de mi
personalidad...
Bárbara: Te imaginás que entre el señor director y ella sabrán cómo
encarar el personaje.
Madre Sustituta: Pero el personaje sabe cómo puede ser encarnado.
(Rompe el clima.) Le falta rebeldía señorita. ¿No quedamos en que se iba
a rebelar? Esa era mi exigencia. Ese es mi desafío ¡Vamos!
Bárbara: (Harta) Soy yo la que exijo. Usted es mía. La alquilé muy
caro. Pagué muy bien todo este esplendor que despliega. Pero usted
puede más.
Madre Sustituta: La tengo fascinada querida.
Bárbara: (Vuelve al rol de hija escritora de teatro.) Nunca me dijiste lo
de la adopción.
Madre Sustituta: (Revoleando el zorro) Es un delirio de tu padre.
Decile a mi ex marido que deje tranquila a las niñitas de quince años con
las que circula por mis lugares preferidos de New York y que admita con
cuánto amor te concebimos, Bárbara. Hoy es tu cumpleaños ¿no, mi
vida?
Bárbara: Cumplo treinta años mamá.
Madre Sustituta: Cuánto tiempo. Qué vieja me estás poniendo. ¿Se me
notan tus treinta años? Yo ya no sé qué estirarme. ¿Y vos te estiraste
algo?
Bárbara: ¿Te parece que necesito? ¿Me ves arrugada?
Madre Sustituta: Esta es la edad de comenzar. Una edad peligrosa.
Además, una estupenda escritora de teatro, que sale todo el tiempo en
las revistas al lado de las actrices...
las revistas al lado de las actrices...
Bárbara: ¿Te parece ? (Se mira al espejo.)
Madre Sustituta: (Rompe el juego.) ¿Y la rebelión? Pero si está a punto
de aceptar hacerse una cirugía estética cuando tiene el cutis perfecto.
Bárbara: No puedo rebelarme contra vos, mamá. No puedo más que
mirarte ir y venir, como una idiota! ¿Será por eso que me gustan las
mujeres?
Madre Sustituta: ¿Cómo que te gustan las mujeres?
Bárbara: Me acuesto con hombres, pero me enamoro de mujeres.
Madre Sustituta: En cualquier momento vas a tener curiosidad de saber
qué es acariciar un cuerpo femenino. Te veo tentada.
Bárbara: Estoy viviendo una gran pasión mamá. Ya di ese salto.
Madre Sustituta: Espléndido. Me parece fantástico que te asumas. Basta
de mundos hipócritas. ¿Y con quién estás viviendo esta gran pasión?
Bárbara Con tu amiga Lourdes.
Madre Sustituta: ¡Lourdes! Me muero. ¿Cómo Lourdes que es tan
moralista pudo hacernos esto?
Bárbara: Las dos necesitábamos rebelarnos contra vos mamá. (Se ríe a
carcajadas. Corta el juego.) ¿Vio como me rebelé? ¿Vió como la maté
señora?
Madre Sustituta: Admito que fue ingenioso lo de la pasión con la tal
Lourdes.
Bárbara: (En hija) ¿Te sirvo whisky mamá?
Madre Sustituta: Es que tenés siempre un whisky tan malo.
Bárbara: Me lo regala Lourdes.
Madre Sustituta: Se repite hasta en eso.
Bárbara: ¿A vos también te regalaba el mismo whisky?
Madre Sustituta: El mismo whisky y en las mismas circunstancias. Fue
la primer mujer de mi vida. Lourdes es hipnotizante. O por lo menos
sabe donde golpearnos a vos y a mí.
Bárbara: (Corta el juego.) Se está pasando de límite.Yo no pagué para
que usted también tuviera una historia con Lourdes.
Madre Sustituta: ¡Rebélese! No soy una madrecita incondicional que le
ordena los cajones. Yo no sufro querida. ¿Cómo se rebela uno con una
madre que no sufre?
Bárbara: Usted vino aquí a darme los gustos.
Madre Sustituta: Esta madre que le propuse da de este modo los gustos.
No me va a dejar como una perdedora, acostándose con mi mejor amiga!
Bárbara: Y usted no me va a revelar el día de mi cumpleaños, que el
gran amor de mi vida fue también su amante. Me parece excesivo.
Madre Sustituta: Ya le dije que estamos formadas para ser excesivas.
Bárbara: Voy a matar a Lourdes, mamá. (Pone el Magnificat de
Bach.)
Madre Sustituta: O no. Escribí. Vos elaborás muchas cosas escribiendo.
Además tenés mucho material. Una pasión triangular, todo servido. Si la
matás en la ficción te va a aliviar la furia. Una pregunta ¿Esa camiseta te
la regaló Lourdes?
Bárbara: La camiseta, los pantalones, el color de este cuarto y el
Magnificat de Bach.
Madre Sustituta: ¿También el Magnificat? Sacalo.
Bárbara: (Bárbara lo pone mas fuerte. Toma una batuta y dirige la
orquesta imaginaria.) Celos ya tenemos. Y ahora sos vos la que está
celosa, mamá. (Se rie. La Madre Sustituta le arranca la batutta y la
rompe. El Magnificat cesa.)
Madre Sustituta: Para eso pagó tan caro a Casa Matriz. Para salir
ganadora en algunos juegos. No la dejé con culpa. Se pudo vengar. En
fin...estas son alguna de las satisfacciones que Casa Matriz ofrece a su
clientela.
Bárbara: ¿Me va a dar la teta?
Madre Sustituta: ¡No con esta ropa! (Se quita la capelina. Se pone una
combinación blanca, una enorme teta redonda. Se sienta. Bárbara se
pone alegremente en sus brazos. Madre Sustituta saca el pecho lleno de
crema. Bárbara se prende al pezón. Suena una hermosa nana
bellamente cantada.)
Bárbara: Hummmm Hummmmm Hummmmm.
(Madre Sustituta aprieta la teta y empieza a salir una especie de espuma
blanca como crema de afeitar con la que baña totalmente a Bárbara que
asi, llena de esa crema, se le aferra al cuello.)
Bárbara: Es un final operístico. La voy a contratar la semana que viene.
(Madre Sustituta se pone de pie. Se quita la teta y la guarda. Se viste
con la ropa con la que vino. Bárbara sigue con su dedo llevandose
crema a la boca. La madre sustituta hace las maletas. Guarda todos sus
equipos.)
Bárbara: No me dé detalles. Detesto los detalles cuando me
abandonan...abandóneme con todo. Déjeme destruída. Puede hacer la
madre que debía hacer al comienzo.
Madre Sustituta: ¿La que la llamaba María?
Bárbara: (Se acerca implorante.) ¿No vas a darme un beso mamá?
Madre Sustituta: Estás llena de...estás toda manchada...Yo tengo un
traje de Christian Dior (La mira asquerada.)
Bárbara: Creía que era Coco Chanel.
Madre Sustituta: Me estoy aburriendo de tus errores.
Bárbara: (Se limpia la crema.) ¿Qué más?
Madre Sustituta: Y también de tus aciertos.
Bárbara: ¿A qué viniste mamá?
Madre Sustituta: A que me devolviera los mil dólares.
Bárbara: (Corta el juego.) Yo le debo setescientos dólares. Fíjese la
factura de la Casa Matriz, señora.
Madre Sustituta: El servicio de dar de mamar se cobra aparte. Y la
limpieza de la habitación, también. Fíjese. Están en el contrato. (Le
muestra el contrato. Bárbara lo mira. Saca mil dólares del cajón y se
los da.)
Bárbara: Ya no nos debemos nada mamá.
Madre Sustituta: Preferiría no verte por un tiempo. Sos una hija muy..
¿demandante? ¿Esa es la palabra?
Bárbara: (Rompe el juego.) Si yo la elijo la semana que viene y pago,
va a tener que volver.
Madre Sustituta: ¿Con qué dinero?
Bárbara: Voy a pedir prestado. Hay una serie de madres que me interesa
que usted me haga.
Madre Sustituta: La semana que viene comienzan mis vacaciones. Va a
venir otra señora. Le recomiendo que pida por Anita Zavala. Es muy
dúctil y además es gorda. Eso le agrega atractivos insólitos.
Bárbara: Yo.. la quiero a usted...es decir, no la quiero.
Madre Sustituta: Yo tampoco la quiero. Aquí los sentimientos los
dejamos de lado. Para eso tiene a su madre verdadera ¿Tiene madre
verdad?
Bárbara: Sí, claro.
Madre Sustituta: ¿Y a cuál de todas se parece?
Bárbara: ¿Y a usted qué le importa?
Madre Sustituta: Me dio una ráfaga de celos verdaderos. Eso no debe
sucederme. Adiós Bárbara. (Le extiende la mano.)
Bárbara: ¿Y usted tiene hijos?
Madre Sustituta: Las madres sustitutas nunca contestamos preguntas
realistas. La imaginación se ve limitada. Recurra a Casa Matriz cada vez
que lo necesite.
Bárbara: (Saca dinero. Le da cien dólares más.) Merece una propina
señora.
Madre Sustituta: Los honorarios reales querida. No aceptamos propina.
(Tira el dinero, recoge su maleta y se va. Bárbara se queda sola en el
escenario.)
Bárbara: (Grita.) ¡Mamá!
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